Por Carlos Vicente de Roux
El 30 de junio quién no estará en juego quién será el presidente sino cómo se formará un frente de oposición. Apoyar a Mockus sería avalar su mal enfoque del tema de las alianzas. Procede votar en blanco para restarle legitimidad a Santos, y llamar después a los verdes a una convergencia oposicionista por la legalidad y la ética pública.
El 20 de junio ya no se decidirá quién va a ser el próximo presidente de Colombia, porque ya se resolvió el 30 de mayo. El 20 servirá para que un buen porcentaje de los colombianos rechace la deriva del país hacia la ilegalidad y defina el tamaño y la cartografía iniciales del campo de la oposición.
El abstencionismo no cuenta, es irrelevante. Serán contabilizados como oposicionistas los verdes y quienes sufraguen en blanco porque quieren participar en los comicios y, a la par, manifestar que no apoyan a ninguno de los dos candidatos. En ese punto de arranque la oposición tendrá varias vertientes, un factor de debilidad relativa, pero todas contarán como fuerzas opuestas al gobierno en las matemáticas electorales gruesas
Si las cosas estuvieran planteadas como se barruntaron al principio, es decir, si el 20 de junio fuera a presentarse una competencia muy ajustada entre Mockus y Santos, el Polo no podría faltar a su responsabilidad con el país dejando de votar por el candidato comprometido con el respeto a la ley. Y ese apoyo, habría tenido que dársele aún en caso de no llegar con los verdes a un compromiso programático.
Pero como lo que ahora está en juego es la necesidad de constituir un frente oposicionista, el PDA tiene que preguntarse cuál es la mejor manera de avanzar en esa tarea el 20 de junio. Respaldar a Mockus sería reforzar una forma de enfocar el tema de las alianzas que no está a la altura del desafío de crear ese frente. Mimetizarse en el aguachirle del abstencionismo, sería hacer más aplastante el triunfo de Santos y contribuir a legitimar su mandato.
El camino que el Polo tiene frente a sí, en lo inmediato, comprende dos grandes pasos. El primero sería llamar al voto en blanco, a riesgo de que éste se sitúe bastante por debajo del millón 350.000 sufragios que Petro obtuvo el 30 de mayo. Comoquiera que sea, constituirá una expresión activa de rechazo a lo que seguramente se viene: la prolongación de un gobierno divorciado de la Constitución y abierto a la incidencia, sobre los poderes centrales del Estado, de las alianzas de narcos, paras y políticos regionales que dominan buena parte del país.
El segundo paso, es convocar al Partido Verde, apenas pasen las elecciones, a conformar una convergencia oposicionista, que propenda por el rescate de la ley y de lo público. El programa del Polo no se agota en eso, pero dichas banderas forman parte de su ideario.
Hay un amplio espacio en Colombia para crear ese frente, a pesar de las discrepancias sobre temas económicos y sociales entre las fuerzas que lo compondrían –discrepancias que no van a desaparecer ni tienen por qué hacerlo–. Pero no se sabe cómo quedarán los verdes al pasar de la cresta de una ola agitacional a la dura brega de construir un partido. Tampoco es claro si el Polo será capaz de depurarse internamente y destacarse en una convergencia anticorrupción. Y habrá que ver si segmentos del liberalismo y del conservatismo se decantan o no hacia el campo de la oposición por compartir sus valores.
También queda por establecer cómo será el balance interno en la coalición de gobierno. Al lado de las redes delictivas y de los políticos corruptos y clientelistas que militarán en ella, centenares de miles de ciudadanos respaldarán a la administración con la expectativa de que les proporcione seguridad en un marco de respeto a las normas constitucionales. Muchos de esos ciudadanos pusieron sus esperanzas en los verdes, pero se retrajeron hacia apuestas que consideraron menos inciertas. El peso que cobren dentro del bloque gubernamental ayudará a definir la naturaleza de éste y sus relaciones con la oposición. Sin embargo, quizá no haya que hacerse muchas ilusiones al respecto.
Comoquiera que sea, la propia dificultad de crear un bloque de oposición es un signo de la importancia de la tarea y de lo irresponsable que sería eludirla.
http://www.carlosvicentederoux.org/index.shtml?x=5318&s=c
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