viernes, 22 de octubre de 2010

¿Es un heredero de Goebbels el que determina en qué medida fracasa Cuba?

En la foto: Homeless durmiendo en la Plaza McPherson

Por Saul Landau

Estados Unidos lucha contra su peor crisis desde la Gran Depresión, pero algunos editorialistas de los principales periódicos practican la negación de su realidad y en su lugar enfocan el “fracasado sistema socialista” de Cuba.
Me pregunto si estos artífices de la opinión que se especializan en fomentar ilusiones, amonestar a enemigos y divulgar estudios en la secreta Escuela de Propaganda Joseph Goebbels –creada por el tristemente célebre nazi después de su muerte. Alguien debe haberles enseñado cómo desviar la atención del público de la esencia de la realidad norteamericana.
Un ejemplo apareció en un editorial de The Washington Post, A diferencia de Estados Unidos, “los gerontocráticos gobernantes de Cuba se enfrentan a la peor crisis económica en décadas. La producción de alimentos disminuye, la más reciente zafra azucarera fue la peor en un siglo, y solo los miles de millones en subsidios del errático Hugo Chávez de Venezuela mantienen al país a flote”.
Ciertamente Cuba se enfrenta a una crisis económica terrible, pero en vez de comparar la miseria de la isla con sus vecinos caribeños y centroamericanos, el articulista utiliza las dificultades de Cuba para dar una lección: “¡Ja! Vean de qué manera el socialismo ofrece libertad, pero conlleva la inseguridad para su pueblo”.
La declaración no expresada de que Estados Unidos disfruta de libertad y éxito económico puede ser un tanto engañosa –o una desvergonzada negativa. Por ejemplo, Estados Unidos actualmente tiene más presos políticos en Cuba (Guantánamo) que el gobierno cubano. Estados Unidos ni siquiera ha acusado a muchos de ellos; ni les ha ofrecido garantías de procesamiento que se remontan a la Carta Magna. Además, los recientes ataques del FBI contra grupos pacifistas y musulmanes estadounidenses ponen aún más en duda las declaraciones de nuestras grandes libertades. Pero oigan, tenemos una prensa libre que se especializa en atacar a los países malvados como Corea del Norte, Irán y Cuba, no a los buenos como Arabia Saudí y Kuwait.
Cuba, por ejemplo, se enfrenta a graves problemas de deuda interna, pero el editorialista del Post olvida comparar la deuda norteamericana per cápita (¿cuántos billones?) con la de la isla. Ni tampoco cita estadísticas acerca de los niveles de hambre, gente sin hogar y pobreza infantil de nuestro exitoso país ni las compara con las del fracasado modelo de Cuba.
Como sabe cualquiera que haya visitado Cuba, la mayoría de sus 11 millones de habitantes tiene pocas posesiones y los alimentos son escasos. Pero no reportan haber visto niños hambrientos o enfermos ni a alguien sin fácil acceso a los servicios de salud. Pregunten a los sin casa y hambrientos de cualquier gran ciudad acerca del acceso a la medicina o a los alimentos y oirán hablar de dificultades que los cubanos ni siquiera imaginan.
Ni la gente tampoco ve a todos los sin casa que piden limosna en la calles de Cuba o que se acuestan por la noche sobre cartón en las aceras porque no tienen hogar.
En 2010, en el muy exitoso Estados Unidos –y todos saben cuán prósperos nos ha hecho nuestro modelo— solo 37 millones de personas depende de la ayuda gubernamental en alimentos y, según un estudio del Centro de Investigaciones y Acción de los Alimentos en febrero, casi una de cada cinco personas –18,5 %-- “reportan haber pasado hambre en el último año, un aumento desde el 16,3 % reportado a inicios de 2008. Los hogares con niños tuvieron mayores probabilidades de experimentar el hambre (casi la cuarta parte reportó haber sufrido hambre el año pasado”.
Adicional mente, un estudio de Alimentando a Estados Unidos determinó que el 70 por ciento de los centros de alimentación de emergencia reportaron “uno o más problemas que amenazan su capacidad para continuar operando”.
(http://www.informationclearinghouse.info/article24581.htm)
El Post ridiculizó a “los hermanos Castro” por “tomar una serie de medidas parciales y fintas políticas con la esperanza de remendar a su régimen sin tener que cambiarlo... el anuncio de que 500 000 trabajadores cubanos –10 por ciento de la fuerza laboral estatal—serían despedidos de sus empleos”.
Los despidos son de la gente que el presidente Raúl Castro describió como “superfluos”, o sea, los que están en nómina pero no contribuyen en realidad con su labor, mientras que Cuba sufre de una carencia crítica de trabajadores en la agricultura y la construcción. El editorial del Post no menciona el número de desempleados en Estados Unidos: oficialmente 14,9 millones, aunque hay estimados de hasta 23 millones, más del doble de toda la población de 11 millones de Cuba. (8 de octubre de 2010, Buró de Estadística Laboral.)
La diferencia entre las dificultades económicas de Estados Unidos y de Cuba, como deja en claro el editorialista del Post, estriba en la intención maliciosa. Mientras que nuestro gran pueblo sufre las consecuencias del flujo y reflujo naturales (mucho tiempo de reflujo) del Libre Mercado de Dios, los cubanos sufren los malos efectos de la “estrategia de los Castros”.
Tras el engaño de “liberar lentamente a los prisioneros políticos y enviarlos al exilio”, está la “esperanza (de Fidel y Raúl) de que la administración Obama responda y que una ola de turistas norteamericanos arribe con muy necesitados dólares”.
Sí, los cubanos necesitan desesperadamente los dólares, pero en la nación más rica de la Tierra una de cada seis personas debe escoger entre comprar alimentos u otras necesidades básicas.
El editorialista del Post defiende con indignación la política EE.UU.-Cuba –embargo y prohibición de viajar a Cuba— porque eso ha hecho sufrir a los cubanos. Pero con toda seguridad el editorialista del Post ocasionalmente debe pasar por el cercano Parque de la Plaza McPherson. ¿No ha notado a las decenas de gente sin hogar que viven allí con sus escasas peretenencias? ¿O quizás tienen lo que se merecen –a diferencia de esas “inocentes víctimas de los hermanos Castro”?
Después de leer un editorial como ese, siento deseos de gritar: “Viva Goebbels”.

Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política.
Publicado por M. H. Lagarde Cambios en Cuba

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