Aunque las objeciones locales pueden contar poco, los habitates de la isla de Okinawa piden al Gobierno que la base militar norteamericana se traslade fuera de la zona. Y ni oír hablar de una nupova base en Guam
Los primeros ministros posguerra de Japón nunca han disfrutado mucho de las visitas a Okinawa, el anfitrión recurente de miles de soldados estadounidenes.
Pero, el viaje de Yoshihiko Noda este fin de semana a la prefectura más austral de país podría ser aún más incomodo que de costumbe
Noda tendrá tiempo para supervisar la recuperación de Japón desde el desastre más grande de 60 años para tratar de vender un nuevo acuerdo marco con Washington que podría dar forma a la presencia militar de EEUU en Okinawa en las próximas décadas.
El primer ministro, en su primera visita a la isla desde que asumió el cargo el pasado mes de septiembre, puede esperar un ambiente cordial, aunque poco cálido, por parte de los líderes locales.
El punto de fricción probablemente volverá a ser el futuro de Futenma, una base naval en el centro de la ciudad de Ginowan, que ha sido una causa de desavenencias entre los habitantes de Okinawa y los sucesivos gobiernos de Tokio y Washington.
El año pasado, EEUU y Japón reconocieron que el traslado planificado de la base en virtud de un acuerdo de 2006 a una zona menos poblada de la isla y la consiguiente transferencia de 8.000 soldados a Guam, no se produciría antes del plazo marcado de 2014.
El punto de conflicto es la falta de Tokio para persuadir a los residentes de Henoko, un tramo de importancia ecológica de la costa, de llegar a un acuerdo para acoger la nueva base offshore.
Cuando los manifestantes de Okinawa exigieron que la base se trasladase por completo fuera de la isla, el Gobierno intentó, sin éxito, encontrar otro lugar.
El resto de Japón resultó que no estaba dispuesto a compartir la carga de la posguerra de Okinawa - que comprende menos del uno por ciento de la superficie total de Japón y que, sin embargo, alberga tres cuartas partes de todas las bases estadounidenses en el país y poco menos de la mitad de sus 47.000 tropas.
La ubicación meridional de la isla la convierte en un lugar de implementación perfecto para una base en caso de emergencias relacionadas con China y Taiwán, o de una crisis desatada por el régimen de Corea del Norte.
Así, mientras que los dirigentes estadounidenses han expresado su comprensión por la sensibilidad de Okinawa, también han recordado a Japón el papel que la isla ha jugado en la posguerra como una piedra angular en el Pacífico occidental.
Con el acuerdo de 2006 echado por tierra por la oposición entre los líderes locales de la isla, Japón y EEUU acordaron el mes pasado desvincular el movimiento de Guam de la reubicación de Futenma.
En el marco del último plan, 4.700 infantes de marina serán trasladados a Guam, con otros 3.300 enviados temporalmente a otros lugares del Pacífico, como Hawai, Filipinas y Australia. Futenma, sin embargo, se mantendrá firme en el futuro inmediato.
“Hemos llegado a una situación en la que no vamos a ser capaces de resolver el estancamiento en el marco actual”, ha admitido el ministro de Relaciones Exteriores de Japón, Koichiro Gemba.
Las modificaciones se adecuán mejor a la administración Obama, que ha revelado sus planes para aumentar la presencia militar de EEUU en el Extremo Oriente al igual que busca reducir el presupuesto de defensa en general después de las costosas guerras en Irak y Afganistán y en medio de un alejamiento del pensamiento estratégico de la Guerra Fría.
Reafirmar sus alianzas con Japón y Corea del Sur, donde cuenta con 28.000 soldados, es fundamental para hacer frente a las amenazas percibidas de China, con su alto nivel de gasto militar y las reivindicaciones territoriales, y de Corea del Norte, cuyo nuevo líder, Kim Jong Un, ha continuado la retórica volátil en materia de política exterior de su difunto padre, Kim Jong-il.
Jun Okumura, un analista de Japón del Grupo Eurasia, una firma de consultoría y riesgo político, considera que el nuevo acuerdo ha hecho que la urgencia saque del debate a Futenma. “Las personas de Guam estarán probablemente más contentas con un menor número de tropas, y es más barato, por lo que el Congreso y la Casa Blanca se sentirán menos infelices”, dice.
“Separar Futenma de la transferencia de Guam quita la presión a ambas partes de hacer algo al respecto ahora. Se puede poner en un segundo plano hasta que se consiga que haya un clima político más favorable (reubicación de la base)”.
El alcalde de la ciudad que será sede de la nueva base marina sugiere que el día podría estar algo lejos. “No estamos pidiendo que estas bases existentes se trasladen y no rechazamos la alianza de seguridad Japón Estados Unidos”, dice Susumu Inamine, “Pero no podemos soportar la carga extra que conlleva la construcción de una nueva base militar”.
Por su parte, el primer ministro Noda no tiene más remedio que simpatizar con los habitantes de Okinawa, aunque no ofrece promesas de reubicación. “Creo en el principio de que debe reducirse la carga de Okinawa y extenderse de un modo más amplio”, declaró el fin de semana.
"El entorno de seguridad que rodea a Japón es estricto, y la alianza de seguridad Japón-Estados Unidos es cada vez más importante. Cuando pensamos acerca de las características geográficas de Okinawa y de los marines de EEUU allí estacionados, es importante mantener nuestra fuerza de disuasión actual”.
A la larga, sin embargo, las objeciones locales pueden contar poco, dice Okumura. "No veo que Futenma salga por completo de Okinawa. Al fin y al cabo aquí hay una cuestión nacional y Okinawa tiene sólo cuatro escaños en la Cámara Baja de Japón
fuente Tercera Información
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