La duda comenzó hace más de un año cuado un periodista de "Causa Abierta se encontraba en una reunión y escuchó la abatida conversación entre dos amigas de 37 años. Ambas habían sufrído abortos espontáneos a los tres mese de gestación e intercambiaban sus pesadubres
El periodista paró bien la oreja cuando una de ellas dijo: “yo no sé qué pensar, el médico me dijo que sospechaba que se trataba de un problema de coagulación provocado por “el pistolazo”.
La otra mujer quedó pasmada y dijo casi balbuceando “a mí también me lo dieron, ¿no nos habrá pasado lo mismo…?
La cabeza del periodista no paró de trabajar desde esa noche. Después supo que las dos mujeres habían estado hablando del plan de vacunación antineumocócica que se había llevado a cabo en Uruguay durante los años 1975 y 1976, mediante la utilización de una suerte de “pistola” de aire comprimido. Vacuna que le aplicaron a miles de adolescentes uruguayos.
Recurrente, el periodista preguntaba a cada joven de entre 35 y 40 años que se encontraba, mujer o varón, si le habían aplicado el “pistolazo” y si habían tenía efectos adversos a lo largo de los años. Las respuestas de decenas de ellos fueron asombrosas.
Muchos varones habían sufrido trombosis, por lo cual debieron ser internados, y los hematólogos nunca supieron darles una respuesta. Muchas chicas habían perdido sus embarazos y nadie les explicó nada.
El periodista ya estaba sumamente molesto. Tenía decenas de testimonios y le faltaba hablar con los médicos. Por eso visitó varias mutualistas y hospitales públicos. Muchos galenos afirmaron “sí, tenemos la misma sospecha…”. Ninguno de ellos quiso que su nombre apareciera publicado.
Salud Pública no tiene la más mínima idea. El plan de vacunaciones “apenas recuerda” la vacunación masiva “por temor a una epidemia”.
Como es sabido, estos casos se ventilan públicamente después de 40 o 50 años. Por ejemplo, Estados Unidos se ha aburrido de pedir perdón a los países pobres por los experimentos que causaron miles de muertos en gran cantidad de naciones sumidas en la pobreza.
Lo mismo pasa con las grandes corporaciones farmacéuticas que un día sí y otro también tienen que retirar medicamentos del mercado por daños inmensos a la humanidad.
En la OMS y OPS no se le puede creer mucho. De tanto en tanto inventan alguna pandemia y los laboratorios se llenan de oro.
El sucio secreto de las revistas médicas
Un reciente estudio pone de manifiesto un sucio secreto en las revistas médicas: Un porcentaje importante de los artículos
publicados en ellas con autores de renombre están, en realidad, redactados por “escritores fantasma” pertenecientes a farmacéuticas u otras empresas. ¿En qué consiste esta práctica?
Es bastante conocida en el mundo de la literatura la figura del negro literario o escritor fantasma. En la mayoría de los casos, se trata de escritores noveles y con talento pero con un gran problema: No tienen fama ni renombre. Así pues, pueden encontrarse con grandes dificultades para publicar pese a la
calidad de su trabajo.
Una de las soluciones para salir de este callejón sin salida es recurrir a alguien con fama o con éxito literario, para que se convierta en el autor oficial. El escritor original pasará a ser un desconocido, un escritor huérfano de
su obra y, así, podrá seguir pagando sus facturas mientras se dedica a su pasión en la clandestinidad.
Desafortunadamente, los negros literarios no se limitan al área de la narrativa ni tampoco resultan siempre tan inofensivos como el conocido caso de Ana Rosa y su negro. Que uno ponga la fama y otro el talento entra, sin duda, en el terreno de la ética de aguas turbias.
Sin embargo, es una práctica que, en principio, no tiene por qué hacer daño a nadie.
Cuando pasamos del negro literario al escritor fantasma científico la situación cambia radicalmente. Ni las motivaciones, ni la finalidad, ni las consecuencias son, en absoluto, las mismas.
Sólo la esencia permanece: Un escritorfantasma elabora un artículo científico sobre un determinado medicamento o tratamiento y, la farmacéutica, a través de diversos medios (más o menos fraudulentos) convence a un médico importante y de renombre en el área para que firme como el autor de dicho artículo (dándole así su “sello de garantía”) mientras nuestro tímido escritor fantasma omite cualquier alusión de su autoría en la publicación.
¿Cuál es la razón para que el autor original del artículo médico no aparezca por ningún lado?
Irónicamente, en casi todo el mundo científico hay riñas y discusiones por aparecer en las publicaciones. Si eres investigador, los artículos son tu forma de subsistencia, o publicas o mueres (profesionalmente hablando).
La principal razón que hay detrás de esta contradicción es tan sencilla como turbia: El escritor original del artículo pertenece o trabaja para la empresa (farmacéutica, de tecnología médica, etc.) que ha desarrollado o comercializa el medicamento, dispositivo o tratamiento analizado en el artículo.
En prácticamente todas las revistas médicas científicas existe una obligación de “transparencia”.
Todos los autores de un artículo científico deben aclarar para quiénes trabajan, quiénes han financiado el estudio y si existen relaciones que podrían considerarse “conflictivas” con el tema del artículo. Es decir, si evalúas un fármaco “X” de la empresa “Y” en un artículo científico y tú mantienes algún tipo de relación con dicha empresa (profesional, monetaria, etc.), estás en la obligación de comunicarlo a los revisores de la revista médica que estudiarán hasta qué punto existe conflicto de intereses y si el artículo debe publicarse o no.
Es una forma de garantizar que los resultados son los correctos, que no ha habido manipulación ni un intento por realizar publicidad encubierta en ciencia.
Los escritores fantasma, relacionados en mayor o menor medida con alguna empresa farmacéutica o de tecnología médica, saben que esta obligación de transparencia puede echar para atrás la publicación de su artículo. Para ello, cortan por lo sano.
Omiten cualquier autoría que pueda hacer que los demás descubran su relación con la empresa y eligen a una o varias personalidades en la disciplina para que firmen como los autores. La jugada sale redonda, los revisores no sospechan lo más mínimo de las relaciones de la empresa con el artículo científico y, además, los autores son de renombre, una garantía muy importante para que el artículo salga publicado.
¿Cómo de frecuente es esta treta en el mundo de la publicación médica?
Hasta hace pocos años, era un secreto que se sabía que existía, que estaba ahí, pero era realmente difícil estimar su magnitud.
La mayoría de las ocasiones en las que se descubren escritores fantasma es a posteriori, cuando un escándalo farmacéutico se destapa y entonces se descubre, a través de la investigación de diversos documentos, que detrás del asunto hay más mierda de la que se olía en un principio.
Hace poco se pudo contemplar mejor la realidad de este oscuro problema. El New York Times se hizo eco de un estudio de The Journal of the American Medical Association (JAMA) .
Los resultados son tan espinosos como avergonzantes.
Se realizó una encuesta anónima a los autores de 900 artículos científicos, revisiones oeditoriales de las principales y más importantes revistas médicas generales (Annals of Internal Medicine, JAMA, The Lancet, Nature Medicine, New England Journal of Medicine y PLoS Medicine).
Una de las preguntas de dicha encuesta (aparte de otras de diversa índole) era si existían personas que habían participado de forma considerable en la elaboración de un artículo como para aparecer como autores (y no figuraban como tales). 630 autores respondieron y el resultado fue que en torno al 7.8% de los artículos publicados en revistasnmédicas poseen escritores fantasma.
El mayor porcentaje se encontró en el New England Journal of Medicine con un 11%.
Seguidos de un 7.6% en The Lancet, 7.6% en PLoS Medicine, 4.9% en The Annals of Internal Medicine y un 2% en Nature Medicine.
Nuevas Vacunas; Viejas realidades con nuevas controversias
Resulta por demás ilustrativo lo escrito por Carlos Zamora, del Grupo de Ética y Ensayos Clínicos en Costa Rica.
Una serie de nuevas vacunas han aparecido en el mercado gracias al desarrollo de la industria y de la tecnología.
La aparición de estos nuevos productos expone una serie de viejas realidades del mercado farmacéutico y de los sistemas de salud, y una variedad de nuevas controversias de carácter social económico y ético.
Las nuevas vacunas aparecen como productos novedosos en mercados cada vez más desequilibrados por el enorme poder de la industria farmacéutica y la gran debilidad de los sistemas públicos de los países pobres.
Estas nuevas vacunas han sido pensadas, diseñadas y producidas para los países desarrollados pero la industria pretende venderlas en todos, conquistando para ellos los fondos de los sistemas públicos. Estas relaciones no necesariamente se adaptan a las realidades de los países pobres.
La variada oferta de nuevas vacunas, que aunque tengan una demostrada efectividad, no necesariamente encajan con las realidades epidemiológicas ni con las posibilidades de los países en desarrollo.
Cada país tiene diferentes realidades epidemiológicas que afectan el beneficio de una determinada vacuna. Las condiciones ecológicas de los agentes infecciosos y de las poblaciones también son factores que determinan la utilidad de las vacunas. Y sumado a esto aparecen además controversias no bien explicadas sobre la eficacia y seguridad de algunas nuevas vacunas en los contextos sociales de los países latinoamericanos.
La incorporación de nuevas vacunas en los esquemas públicos de los países pobres inevitablemente implica el uso de los escasos recursos financieros con la consecuente reducción en el financiamiento de otros programas de salud.
Estas decisiones implican modificar las prioridades nacionales y solo pueden tomarse después de tener evidencias sólidas y datos robustos sobre los beneficios de cada una de las nuevas vacunas.
Los países deben entonces prepararse para realizar análisis responsables para decidir la mejor manera de utilizar los fondos públicos disponibles para los programas sanitarios.
Sería deseable que esos estudios fuesen hechos de manera propia e independiente de la eventual presión de la industria.
Aunque sea esperable que para soslayar las grandes controversias sobre los beneficios reales de una nueva vacuna, la industria farmacéutica presione a través de los medios y de los gobiernos a los sistemas públicos para incorporar nuevas vacunas sin tomar en cuenta otras repercusiones para los sistemas de salud.
Los costos de esas algunas de estas nuevas vacunas son muy elevados y superan, por ejemplo, el gasto per capita en salud de muchos países.
La promoción de nuevas vacunas bien podría estarse haciendo sobre criterios falsos de equidad y apoyando un cierto clientelismo político mediatizado por la difusión de infundados temores hacia la población.
Abogamos por el derecho a la salud y el mejoramiento en la protección de la salud de las poblaciones latinoamericanas.
Pero las medidas y decisiones se deben concebir en el amplio marco de las condiciones de salud determinadas principalmente por la pobreza y las relaciones sociales.Es por eso que los escasos recursos de salud deben usarse de la manera más racional posible en pro de la salud pero no para ocultar las verdaderas causas de algunas enfermedades.
Fuente: CausaAbierta.com.uy
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