Hoy, fue mi primer intención comentar a Cordero, su traslado a Argentina.
Tomando desayuno me entero por la radio del nuevo terremoto que azotó a Haití.
Aún no me he recuperado del dolor y la bronca.
El dolor del pueblo más olvidado del planeta, ahora noticia.
Nuevamente se usa el dolor para desinformar, para confundir, para mentir.
Da mucha bronca escuchar, ver, leer las noticias manipuladas que pasan por los medios suecos, que no son los únicos. Pero estoy aquí y no tengo cable, ni parabólica, para mirar otros tan mentirosamente repuganantes como estos.
He enviado cartas a diferentes diarios, he llamado para informar a los canales de televisión, nada. Ni siquiera se molestan a contestar, menos a publicar, pero vivimos en democracia, no olvidar.
A su vez Estados Unidos quiere aumentar las tropas de la ONU, y complaciente como siempre los lacayos eternos obedecerán la orden. Haití a pesar de lo que se escribe en medios alternativos, sigue ignorado. Nadie a propuesto marchas por Haití, por la invasión, persecución a cualquier ciudadano, de las atrocidades que se comenten minuto a minuto.
Haití no es Irak, no es Palestina, no merece la atención.
No merece la atención de los europeos, pero duele no merezca la atención debida de los latinoamericanos.
No alcanza con decir "fuera las tropas de "paz Latinoaméricanas de Haití".
No verdaderamente no alcanza.
Entonces me pregunto: Tenemos suficiente fuerza, apoyo popular en un Continente que va desviándose cada vez más a la derecha?
Lo que sí se sobre los terremotos en Haití es lo que más o menos sabemos todos, y como una gran mayoría tenemos muchas dudas.
Pero, sí se que el primer país en firmar un TLC, fue Haití, y los resultados están a la vista.
Desplazamiento de campesinos a las ciudades, no pueden producir para auto abastecerse, han perdido la soberanía alimentaria.
En ese espejo, bien podemos mirarnos, de un lado y del otro del Río de la Plata.
Haití no duele. Haití nos llama.
Nos llama a mirarnos en su espejo.
No estamos vacunados para el dolor, ni las catástrofes naturales provocadas por el hombre. No estamos garantizados contra invasiones.
Somos pueblos sometidos a la globalización de la pobreza, a las guerras del "orden", a la expansión del capital, a tratados de libre comercio, a los ajustes estructurales, la privatización llamada "desarrollo", en una palabra, sometidos al nuevo orden mundial.
Haití como Honduras nos alertan que los Estados Unidos no nos han olvidado, estaban muy ocupados en su "guerra contra el terror".
Las nuevas bases militares en Colombia y Panamá, y su "guerra contra el narcotráfico", son signos alarmantes.
Lo que hoy hagamos por Haití va a repercutir en el futuro casi inmediato del resto de nuestro Continente.
Qué clase de futuro queremos para las generaciones venideras?
Esta pregunta va más allá de fronteras, de tendencias o partidos políticos.
En su respuesta, encontraremos otras, como la soberanía alimentaria, el cuidado de nuestra biodiversidad, de nuestra Pachamama y sus habitantes.
Nuestra Patria Grande, esa Patria Grande por la que se sigue muriendo inútilmente Echemonos andar!
Lidia Camacho
para Posta Porteña
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