lunes, 12 de marzo de 2012

EL PEPE MUJICA Y EL SINDROME DE ESTOCOLMO

Opinión de Guillermo Luciano
Se conoce como el Síndrome de Estocolmo a una reacción de las personas en la que la víctima de un secuestro, o retenida contra su voluntad, desarrolla una dependencia cómplice con quien la ha secuestrado. Incluso, estas personas, las víctimas, pueden acabar ayudando a sus verdugos a alcanzar sus objetivos.

El mito cuenta que Mujica estuvo preso de los militares golpistas uruguayos en condiciones más que inhumanas y oprobiosas, incluso en el fondo de un aljibe, donde paso largo tiempo sin salir.
Sin embargo, luego de liberado y alcanzado el rango de presidente de la república y consiguientemente comandante de las fuerzas armadas de su país, manifestó públicamente una extraña piedad y complicidad con sus cancerberos, los herederos institucionales e ideológicos de aquellos que lo sometieron a tormentos a él y a sus compañeros.
Enfrentó a sus correligionarios para sostener la injusta amnistía que ampara la impunidad de los criminales que cometieron felonías durante dictadura uruguaya y ahora permite que la investidura presidencial sea ninguneada no solo por el máximo referente del ejército charrúa, sino por cualquier jerarca militar que se sienta ofendido por el justo reclamo de verdad y justicia.
En el inútil afán de acallar las voces de las víctimas y sus deudos, de los crímenes de la dictadura, y ante la presión internacional que lidera la Comisión Interamericana por los Derechos Humanos, ha preparado ahora una teatralización paródica de un acto jurídico a la que ha llamado “Pedido de Perdón del Estado” por los crímenes cometidos precisamente por quienes tomaron por asalto el Estado Uruguayo.
De esta forma, no solo intenta soslayar definitivamente la aplicación de la justicia a los criminales sino que, dada su investidura de presidente de todos los orientales, directamente hace responsable de los crímenes a sus representados, y “pide perdón” en su nombre, como si los crímenes hubiesen sido cometidos por los ciudadanos y no por una patota criminal que tomó por asalto las instituciones políticas.
Por si alguno no quiere entender lo que está pasando basta ver las declaraciones del general Pedro Aguerre quien manifestó a los medios de prensa charrua que:…”todavía no ha recibido la invitación para concurrir el 21 de este mes al acto en el que el presidente José Mujica asumirá la responsabilidad como jefe de Estado y de gobierno por las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura.
Como si esto fuera poco agregó que:…” está dispuesto a concurrir, en primer lugar porque no encuentra “razón para no responder de manera correcta a una invitación”, desconociendo abiertamente que el Comandante en Jefe de la Fuerzas Armadas Uruguayas es el presidente de la Nación, dado que no le reconoce la autoridad de emitir la orden de concurrir, sino la de una “correcta invitación”.
Y en segundo término, lo más desopilante, Aguerre aclaró:… “A mí me gusta ser constitucionalista”, como si el serlo o no serlo fuera una opción de la que dispone y no una obligación.
Subiendo la apuesta, el representante de los militares retirados (ó sea que también debería respetar a su jefe constitucional) presidente del Centro Militar, General ® Guillermo Cedrez, afirmó:.. “el Ejército no tiene que pedir perdón, el Ejército no tiene motivos para disculparse”, reclamó que en todo caso “el perdón lo pidan todos los actores” involucrados en los hechos. En ese sentido, señaló que Mujica “tiene un doble carácter, como presidente y como ex terrorista y no se sabemos en carácter de qué piensa hablar.
Permitiéndose finalmente (Cedrez) objetar la conveniencia del Acto del Perdón, argumentando que el país no tiene obligación de responder al planteo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos “porque se trata de un organismo externo y no debería intervenir”, ratificando una vez que las Fueras Armadas mandan más que el presidente uruguayo, no solo en cuestiones internas sino también en sus relaciones internacionales.
Decía Oscar Wilde, que del ridículo no hay retorno, y en este caso no lo hay del manoseo que Mujica les permite a los jerarca militares.
Si bien, de este lado del charco ya hemos conocido las mentiras y agachadas de Mujica, (Si BOTNIA contamina la cierro) no deja de sorprendernos una vez más las claudicaciones del actual presidente uruguayo, transformado hoy en dócil y complaciente “indultador” de los criminales que avasallaron los ciudadanos y las instituciones de su país, quienes a ojos vista continúan teniendo el poder que los habilita a la última palabra, incluso después de las pronunciadas por quien deberíamos suponer es el presunto Comandante en Jefe de las fuerzas armadas de su país.

Fuente: FundaVida.com.ar

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