La decisión estratégica más importante del Frente Sandinista en el siglo XXI
Por Joge Capelán
Para retornar al gobierno luego de 17 años de neliberalismo, el Frente Sandinista tuvo que tomar varias decisiones de importancia estratégica, como por ejemplo, la de apostar por un modelo de desarrollo económico basado en la producción campesina de alimentos, el reconocimiento profundo del papel que juegan las creencias religiosas en la formación social nicaragüense, etcétera.
Sin embargo, se puede afirmar que la más importante de todas esas decisiones fue la entrada del país a la entonces denominada Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, anunciada por el comandante Daniel Ortega a escasos momentos de asumir la presidencia a inicios de 2007.
El ALBA, como es sabido, le da a Nicaragua los medios materiales en las condiciones necesarias que le permiten al gobierno sandinista desarrollar una política que, a tres años de gestión, nadie que no esté enceguecido por el fanatismo o guiado por la más desvergonzada mala fe, podría menos que calificar como de altamente exitosa.
Pero además, y sobre todas las cosas, el ALBA dota al proyecto sandinista de un horizonte en el que es posible apuntar a la materialización un modelo socialista, al cumplimiento de aquella máxima de Carlos Fonseca Amador en el sentido de que ”se trata, no de lograr un simple cambio de hombres en el poder, sino un cambio de sistema: el derrocamiento de las clases explotadoras y la victoria de las clases explotadas. ”
¿Qué recibe Nicaragua del ALBA?
Los primeros pasos del ALBA
Nicaragua comenzó a beneficiarse de varios de los proyectos del ALBA mucho antes de la victoria electoral del FSLN en diciembre de 2006.
Corrían los últimos años de la presidencia de Enrique Bolaños y el neoliberalismo hacía agua por los cuatro costados. Nada funcionaba: apagones de luz todos los días, deficiente servicio de agua, constantes y masivas protestas populares por las alzas del transporte urbano, colapso de servicios públicos prácticamente privatizados como la salud y la educación, altísimas tasas de desnutrición infantil y pobreza generalizada.
Además de la corrupción de las élites liberales y del fracaso total de las recetas del FMI, en el fondo de la crisis estaba la negativa fundamentalista de Bolaños, atado a los intereses de las multinacionales y los EE.UU, hacia todo acercamiento al ALBA que permitiese una importación de petróleo barato. En ese contexto, son las fuerzas populares como las cooperativas y los alcaldes progresistas y revolucionarios, las que deciden dar el primer paso.
En noviembre de 2005, a menos de un año de la firma del acuerdo fundacional de la entonces Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América entre Venezuela y Cuba, la cooperativa nicaragüense de segundo grado NICACOOP firma un acuerdo con la empresa estatal petroquímica de Venezuela PEQUIVEN para la compra a precios justos de fertilizantes que beneficiaría a unos cien mil campesinos nicaragüenses y centroamericanos.
Al año siguiente llegó a Nicaragua la Operación Milagro, que hasta fines de 2009 había beneficiado a 58 mil nicaragüenses con operaciones de la vista cuyo precio de mercado oscila entre los 2000 y 2500 dólares, dependiendo del tipo de enfermedad a tratar. En un país que sólo contaba con 89 oculistas, se impulsó la formación acelerada de jóvenes en esas carreras y se han construido dos centros oftalmológicos en la tradicionalmente olvidada Costa Atlántica del país.
En ese mismo año de 2006, y por iniciativa del Frente Sandinista, el alcalde de Managua Dionisio Marenco, entonces presidente de la organización que reúne a todos los alcaldes del país, entabló negociaciones con la empresa venezolana PETROCARIBE que condujeron a la formación, en abril de 2006, de la empresa mixta ALBANIC con el fin de importar hasta 10 millones de barriles de petróleo al año equivalentes al consumo promedio del país a precio de mercado pero con condiciones de pago extraordinariamente beneficiosas.
Por ejemplo, 40 por ciento del valor del combustible se pagaría en 23 años más dos de gracia al 1 por ciento de interés.
El gobierno de Bolaños puso todos los obstáculos posibles para la llegada del petróleo y se negó a comprarlo, pero la entrada de Nicaragua al ALBA bajo la administración sandinista cambió totalmente la situación.
Gracias a la cooperación cubano-venezolana, en abril de 2007 se instalaron de emergencia docenas de plantas generadoras de energía para una capacidad instalada total de 480 megavatios que redujeron drásticamente los apagones en todo el país. Al mismo tiempo, unos 130 trabajadores sociales cubanos ayudaban a cambiar casi dos millones de bombillos por otros fluorescentes en los hogares nicaragüenses, lo que significó una disminución del consumo eléctrico de unos 70 megavatios con su consecuente impacto en la economía popular y nacional.
En julio de 2007 se formó la empresa ALBANISA con el fin de canalizar el petróleo venezolano, esta vez con la petrolera estatal nicaragüense PETRONIC como contraparte. Según el nuevo esquema, Venezuela aportaría el 51 por ciento del capital y Nicaragua el resto, aunque la toma de decisiones en la empresa es colectiva, estando los jefes nicaragüenses en abrumadora mayoría frente al presidente venezolano Rafael Paniagua.
En realidad hay por lo menos dos muy buenas razones para la implementación de este tipo de empresa binacional prácticamente privada (aunque de ninguna manera hermética o no-transparente, como dice la oposición al gobierno): Por un lado, éste tipo de construcción queda fuera del control de un parlamento de políticos corruptos y oligarcas cuyo único objetivo es el de sabotear toda iniciativa del gobierno; por otro lado, al quedar fuera del presupuesto general de la nación, los proyectos del ALBA no pueden ser sujetos a los condicionamientos del FMI, que Nicaragua en las actuales condiciones no está en posición de abandonar.
Es así como el gobierno actualmente distribuye un Bono Cristiano, Socialista y Solidario a 136 mil 878 trabajadores del Estado y de las 152 alcaldías de todo el país consistente en unos 25 dólares mensuales hasta fin del presente año. El bono, que proviene de los fondos del ALBA e incluye aguinaldo e indexación ante un eventual deslice del córdoba, está destinado a paliar los efectos de la crisis sobre los trabajadores estatales e menores ingresos y el FMI, con el que Nicaragua actualmente está negociando, ha sido totalmente incapaz de pararlo a pesar de sus airadas protestas.
Gracias a mecanismos de este tipo, Nicaragua hoy en día es probablemente el único país en el mundo que tiene un TLC con los EE.UU (heredado de los neoliberales), otro con la Unión Europea (recientemente firmado) y a su vez es miembro del ALBA. Se critica al gobierno sandinista porque el país todavía está en el FMI, etcétera, pero a menudo se olvida que el actual es un gobierno de minoría en proceso de construcción de una mayoría propia.
De hecho, nunca antes el país había tenido una posición de negociación tan fuerte con respecto al Fondo como hoy. En esas negociaciones ya no hay lugar para ”condicionalidades” tales como privatizaciones, bajas de salarios, etcétera. Además, y contrariamente a las prácticas de los gobiernos liberales, estas negociaciones se hacen en base a una propuesta del equipo económico del gobierno nicaragüense previamente discutida con los diferentes sectores del país y no a través de cheques en blanco como era la práctica de los gobiernos liberales.
Según el nuevo sistema, el 50 por ciento de la factura petrolera se paga en 25 años al uno o dos por ciento de interés, dependiendo del precio del petróleo. Los distribuidores en Nicaragua (y en última instancia, los consumidores) pagan la totalidad del precio del combustible, pero la mitad de lo que pagan no va de inmediato a Venezuela, sino que se queda en el país por 25 años en forma de préstamos muy, pero muy blandos. La administración de esos fondos, que son utilizados para proyectos sociales, construcción de carreteras, escuelas, centros de salud, y otras actividades en Nicaragua, quedó a cargo de empresas como ALBA-Caruna y otras vinculadas a ALBANISA.
La transnacional ESSO se negó inicialmente a vender o alquilar sus tanques para almacenar el petróleo venezolano, lo que llevó a fuertes confrontaciones que se resolvieron a fines de ese año por medio de un ”entendimiento comercial” entre las partes.
Uno de los aspectos más visibles de la ayuda del ALBA, sobre todo en la capital del país, ha consistido en un subsidio al combustible para el transporte urbano colectivo y de taxis que diariamente beneficia a casi dos millones de nicaragüenses en todo el país. En Managua, esto ha significado la congelación del pasaje de buses en 2.50 córdobas lo que significa un importante elemento de defensa del salario real. En la actualidad, Nicaragua es el país centroamericano en el que la gasolina para el sector de transporte colectivo es más barata.
Paralelamente, se inició la construcción acelerada y de tanques propios de PETRONIC (y la reparación de tanques ya existentes) para superar la dependencia de las transnacionales. A fines de 2009, y luego de una inversión de unos 50 millones de dólares, Nicaragua había logrado una capacidad de almacenamiento de un millón 20 mil barriles equivalentes a unos 40 días de consumo nacional.
LA SOBERANÍA ENERGÉTICA
Pero los aportes de ALBANISA no se han limitado a resolver los problemas más acuciantes en el terreno energético, sino que apuntan a ambiciosas inversiones con el fin de lograr la soberanía nacional en ese sector.
Una de estas inversiones es la refinería ”Supremo Sueño de Bolívar”, un proyecto que muchos consideran como la mayor obra de ingeniería de la historia de Centroamérica, sólo superada por el Canal de Panamá.
El proyecto incluye una refinería y un complejo petroquímico con capacidad de procesar 150 mil barriles diarios a partir del año 2019 para abastecer el mercado nicaragüense y centroamericano de petróleo y productos derivados, desde tuberías de PVC hasta enseres de plástico, etcétera.
La refinería ”Supremo Sueño de Bolívar” ya se encuentra en fase avanzada de planificación y se piensa comenzar a construirlo en 2012 para tenerla terminada en 2014, procesando inicialmente unos 100 mil barriles diarios de combustible.
LA SOBERANÍA ALIMENTARIA
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