sábado, 29 de mayo de 2010

Revolución y contrarrevolución en Tailandia

Autor: Alan Woods

Bangkok está en llamas en el momento en el que la violecia contrarrevolucionaria en Tailandia alcanza un clímax sangriento. El asalto largamete esperado del Ejército tailadés ya he tenido lugar y no cesará hasta hay desaparecido todo rastro de la protesta. Nadie puede asegurar el número de bjas, pero la cifra final será sin duda que la las autoridades han admitido hasta ahora. Parece que algunos *Camisas Rojas' ha respondido prendiedo fuego a los bancos, centros comerciales y otros edificios de la ciudad.

En Rajprasong se está cantado: "esta es una guerra de clases para barrer a la autocracia".

Durante meses, las calles del centro de Bangkok estuvieron tomadas por un movimiento masivo de protesta organizado por el UDD, el Frente Unido para la Democracia contra la Dictadura, comúnmente conocido como los "Camisas Rojas". Este movimiento de masas de los pobres y desposeídos ha sacudido la estructura de poder de la élite gobernante y amenaza el propio futuro de la monarquía tailandesa. Muchos de ellos son partidarios del ex-primer ministro, Thaksin Shinawatra, que fue derrocado en un Golpe de Estado hace casi cuatro años.

El primer ministro, Abhisit Vejjajiva, se queja del "caos" y la "anarquía", pero olvida convenientemente que llegó al poder por medios similares. Su gobierno fue instalado por los militares y es el producto de un golpe militar en 2006 y de varios Golpes de Estado judiciales. Entre 2006 y 2008, los matones de "camisas amarillas" del Partido Demócrata boicotearon las elecciones que Thaksin Shinawatra, probablemente, iba a ganar. Esto dio lugar a la anulación de las elecciones. A continuación, cuando un interregno militar fracasó en mantener a los partidarios de Thaksin fuera del poder, las bandas de monárquicos reaccionarios bloquearon los edificios gubernamentales y el aeropuerto de Bangkok para proporcionar la excusa para un Golpe de Estado.
La toma del poder por Abhisit fue la negación de la democracia, pero fue convenientemente ignorado por Occidente. La demanda de nuevas elecciones es una exigencia democrática elemental. Pero no es aceptable para la oligarquía tailandesa. La actitud de los supuestos demócratas de Washington y Londres hacia la dictadura está determinada por sus intereses de clase.

El gobierno de Abhisit representa a la oligarquía gobernante, a la monarquía tailandesa reaccionaria y a los militares. Se ajustaba muy bien a los intereses occidentales, en la medida que parecía ofrecer garantías sólidas a sus inversiones en Tailandia - una de las economías más importantes de Asia. Esos mismos hipócritas habían respaldado con entusiasmo la llamada "revolución naranja" en Ucrania, y constantemente denuncian el presunto "régimen autocrático" de Hugo Chávez. Pero han reaccionado ante el movimiento de protesta democrática en Tailandia con un silencio ensordecedor.

Los Camisas Rojas

Los Camisas Rojas, una coalición antigubernamental difusa, miraron a Thaksin Shinawatra como un punto de referencia. Un multimillonario magnate, Thaksin, ahora en un exilio seguro en Montenegro, es el candidato menos adecuado para dirigir una revolución. Sus críticos apuntan a la violación de los derechos humanos bajo su gobierno. Pero también llevó a cabo una serie de medidas en interés de los pobres, especialmente de los pobres rurales en el norte del país.

Al carecer de una dirección clara, de un partido y de un programa, las masas miran hacia líderes individuales que parecen personificar sus aspiraciones. Los campesinos pobres tienen un odio ardiente contra la rica élite urbana gobernante que los domina, explota y oprime. El nombre de Thaksin actuó como un punto de convergencia para la oposición al régimen actual, especialmente los campesinos pobres que consiguieron algún tipo de beneficio con su gobierno. Sin embargo, en realidad, es una figura accidental, como el Padre Gapón o Kerensky en diferentes etapas de la Revolución rusa.

Algunos intelectuales occidentales de clase media confiesan que no entienden por qué miles de los hombres y de mujeres pobres pueden elegir luchar y morir en las calles de Bangkok por la causa de un magnate multimillonario exiliado. Algunos, incluso, han caracterizado al movimiento como "fascista". Esto muestra una completa falta de entendimiento. Por el contrario, los excelentes informes de Giles Ji Ungpakorn, un intelectual de izquierda y disidente, exiliado en Londres, han dado un relato muy preciso y veraz del movimiento.

La gente que lucha y muere en las calles de Bangkok no lo hace para apoyar a un ambicioso político burgués contra otro. Lucha por un cambio fundamental en la sociedad. Quizás no sabe exactamente lo que quiere. Pero sabe muy bien lo que no quiere. No quiere la pobreza, el hambre y el desempleo. No quiere el dominio de una oligarquía corrupta y reaccionaria. Y no quiere al gobierno de Abhisit.

La demanda de nuevas elecciones, por lo tanto, era un punto de partida natural para su protesta. Pero una vez que las masas habían sido puestas en marcha, el movimiento adquirió una dinámica nueva. La participación de los trabajadores, la juventud revolucionaria y los pobres urbanos ha transformado el movimiento, que no puede ser descrito como una chusma de campesinos ignorantes, como los reaccionarios intentan retratarlos

En las últimas semanas, la influencia de Thaksin Shinawatra parece haber sido empujada a un segundo plano. Los trabajadores y campesinos pobres oprimidos están encontrando una voz y la forma de expresar sus quejas profundas, no sólo contra el gobierno actual sino contra una sociedad que es fundamentalmente injusta. Por eso, las masas han demostrado tan enorme determinación revolucionaria y voluntad de luchar y de hacer sacrificios.

Sin embargo, sus dirigentes no han mostrado la misma determinación. Los dirigentes no son trabajadores y campesinos pobres que no tienen nada que perder, salvo sus vidas, sino intelectuales de clase media que desean mayor democracia y menos influencia militar en los asuntos políticos del país. Están apoyándose en el movimiento de masas con el fin de ejercer presión sobre el gobierno para que haga concesiones. Constantemente hacen llamamientos a las negociaciones. Pero han puesto en movimiento fuerzas que sólo pueden controlar con gran dificultad. El movimiento de masas tiene ahora una vida propia.

Los manifestantes adquirieron pronto un sentido de su propio poder. A pesar de la falta de un programa claro (o tal vez debido a ello), el movimiento atrajo a su bandera a todos los sectores explotados y oprimidos de la sociedad tailandesa. La determinación y la combatividad de los manifestantes ha crecido, y con ello, el deseo de un cambio radical de la sociedad que va mucho más allá de un mero cambio de primer ministro. Esto es ahora una lucha entre ricos y pobres - una lucha entre las clases.

La lucha por la democracia

La oligarquía, con razón, teme las fuerzas que han sido puestas en marcha por el movimiento a favor de la democracia, que ha atraído a su lado a los trabajadores, la juventud, los campesinos y las capas de los pobres y oprimidos de la ciudad y del campo: en una palabra, a todas las fuerzas vivas de la sociedad tailandesa. Contra ellas fue lanzado todo lo que era corrupto, degenerado, anticuado y reaccionario.

Se trata de una lucha entre ricos y pobres, entre los que tienen y los que no tienen. Los Camisas Rojas son descritos como un movimiento "pro-democracia" y en cierto sentido esto es cierto. Existe un deseo ardiente por la democracia, que se expresa en un odio feroz al régimen de Ahbisit. Comenzando con demandas democráticas, empezarán a relacionar la injusticia política con la injusticia social: de hecho, para los trabajadores y los campesinos las dos cosas son inseparables.

Esto puede haber comenzado como una lucha entre dos grupos de políticos rivales, pero ahora ha sido llenado con un contenido de clase revolucionario. Una vez que se levantaron, las masas inevitablemente comenzaron a expresar sus propias demandas. Las tareas inmediatas de la revolución (por eso es lo que es) tienen un carácter democrático. Pero la lucha por la democracia, si quiere triunfar, debe conducir al derrumbe de todo el edificio actual de la vida política tailandesa.

La lucha por la democracia se identifica a los ojos de las masas con una lucha mucho más amplia por la justicia social y la igualdad. Esto lo comprenden los reaccionarios y los elementos más decididos del movimiento de protesta. Como de costumbre, en el medio hay algunos que imaginan que todo puede resolverse pacíficamente, a través de la negociación y los acuerdos. Pero esto es imposible.

No hay espacio en esta situación de compromiso, y el "centro", como sucede a menudo en la historia, será barrido a un lado por la marea ascendente de la lucha de clases. El movimiento sólo puede tener éxito si está dirigido por los elementos más decididos: hombres y mujeres que estén dispuestas a luchar hasta el final, como los valientes hombres y mujeres que están luchando por sus derechos en las calles de Bangkok.

Leer más http://www.bloquepopularjuvenil.org/node/313

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