jueves, 30 de junio de 2011

Argentina: .EL CRIMEN DE LAS CENIZAS (informe cada vez menos secreto)

La poesía
Cordillera
Sierra
Roca
Pedregullo
Arena.
Alto como la cordillera.
Quebrado como la serranía.
Duro como la roca.
Áspero como el pedregullo.
Infinito como los granos de arena,
Bello como el mármol.
Plano como la laja.
Ligero como el magma.
Translúcido como la mica.
Suave como el talco.
Pulido como el canto rodado
que arrastra el torrente
Unos sobre otros.
Aplastados o dominantes.
Todos nos convertiremos en polvo.
Un libelo de la serie del investigador, precedido por una poesía afín al tema.
Justo cuando empezaba salir adelante, al investigador se le cayó el cielo encima.¡Lindo peludo de regalo! Y pensar que se había ilusionado en despegar.

Se le cayó el cielo es un decir elegante, los que lo sufrían recontraputeaban.
En el Sur chileno entró en erupción un volcán de la Cordillera y las cenizas cubrían campos y poblaciones de este lado de la frontera.
El investigador vivía en Buenos Aires. ¿En qué lo podía perjudicar? A lo sumo en un lavado más del auto.
Bien dicen que lo esencial es invisible a los ojos, sobre todo con las antiparras que los protegen de la ceniza.
Durante las vacaciones de invierno, se realizan en el Sur una ristra de festivales, de la nieve, del cordero patagónico, de la trucha salmonada, del lúpulo, de los frutos del bosque, o del arte aborigen, que contrataron casualmente a su agencia para la seguridad y vigilancia.
De tanto ir el cántaro a la fuente se vincula a los aguateros, El investigador se había hecho de músicos, decoradores, escenógrafos, por lo que se animó a invertir un montón de pesos en la organización de un par de festivales. Esperaba que le redituaran, pero sobre todo lo entusiasmaba vincularse al mundo artístico, con propósitos más generosos que el habitual en los productores comerciales.
Le debía faltar carácter para afrontar los vaivenes de las actividades comerciales y hasta en sus investigaciones. De noche insomne, daba vueltas y vueltas en la cama y se levantaba como diez veces sin saber que hacer, abrumado por la idea fija del fracaso.
¿Despegar? Ilusiones del viejo y de la vieja, si ni los aviones despegaban.
Ilusiones de su mujer profesora de artes plásticas, para quien en las actividades artísticas se encarnaban sus aspiraciones. Por suerte no existían motivos de desavenencias, ella lo alentaba. ¿No estaría deprimiéndose antes de tiempo? Todavía faltaban más de veinte días en los que podía cesar la emisión
Había que mandar equipos de sonido, gente, materiales. ¿Quién le iba a dar bola para armar nada? abocados como estaban a barrer las cenizas con elementos parecidos a los de la historieta “Los Picapiedras”, escobas, cepillos y a lo sumo algunas palas y carretillas.
El único equipamiento moderno como para recoger y mover decenas de toneladas por hora de cenizas con una granulometría similar a la de los minerales, era propiedad privada de poderosas compañías mineras.
Ahí encontró un tema que lo distrajo un poco de la desesperación. La paja en el ojo ajeno.
El Estado con miles de kilómetros de Cordillera, en la que vuelta a vuelta se producían erupciones ¿no debería disponer de esos equipos para atender las contingencias?
Pero se habían otorgado las concesiones mineras sin condición alguna vinculada a la naturaleza y encima no pagaban un joraca de regalías, o casi, se la llevaban sin ninguna obligación ¡Cómo para ir a pedirles prestadas maquinarias para recoger las cenizas! Se atenían a las condiciones pactadas, si no pagaban ni los daños que ocasionaban
Descubrir desaguisados lo deprimía y a la vez lo excitaba.
Una noche soñó con equipos para enfrentar contingencias naturales, y planes que solo existían en la imaginación de los ilusos.
Sueños que se contraponían a la realidad, o la idealizaban. Sueños en los que las cenizas de la erupción eran analizadas en cuanto comenzaban a caer; para determinar si podían ser empleadas como abono, o materiales de construcción, o tantas otras cosas, transformando la desgracia en fuente de riqueza, proporcionando trabajo a la gente desocupada fuera de la temporada turística. Parte de las maquinarias de las explotaciones de minerales, las más livianas, podían trasladarse a las zonas afectadas, limitando pero sin paralizar la actividad en esos yacimientos.
Las poblaciones se limpiaban sobre el pucho, el material embolsado o ensilado, se guardaba de depósitos de usos múltiples durante las contingencias, incluso se recogía la mayor parte de la ceniza acumuladas en tierras de pastoreo y en las plantaciones frutícolas, para liberar la tierra al sol, el aire y el agua, incrementando la producción gracias al abono caído del cielo.
¿Quién lo iba a decir? De las vueltas y vueltas que hacían crujir la catrera el sueño lo impul-só como un cohete hacia el optimismo
-Ay estos maníacos depresivos- Le había dicho un psicólogo al que fue a consultar una vez que andaba demasiado tirado: -O muy arriba o muy abajo.
Pero se podía o no se podía, a los trapecistas en permanente equilibrio que solo manotea-ban lo que tuvieran a su alcance, no les importaba, pero a él sí, y se sintió obligado a indagar las razones y sinrazones que impedían se trocase en éxito el desastre.
Su entusiasmo decreció mirando la televisión para la que YPF era “Ya Pasó Fangio” ¡Yacimientos Petrolíferos Fiscales! El general patriota que fue su mentor y logró hacerla crecer sin costos para el Estado, se oponía a la privatización, o a las provincializacioncitas del subsuelo.
El golpe de los militares coaligados con intereses de los de los trust internacionales (Rockefeos o Kingdom-duros) que habían alentado la guerra entre Paraguay y Bolivia en la que murieron tantos soldados, para quedarse con el inexistente petróleo del chaco paragua-yo, a un general patriota lo mandó a la Dirección de gimnasia del ejército, algo similar a lavar platos. El disgusto le provocó una hemiplejia y al par de años murió. Durante los trece en los que dirigió YPF la empresa estatal se había hecho grande y su patrimonio personal no se había incrementado ni en un centavo.
Como le iba a pasar a él si se metía en camisa de once varas, iba a terminar enfermo, solo y en la vía. Algunos días reculaba:”Zapatero a tus zapatos”, pero en otros sacaba fuerzas de la debilidad y el desánimo, aunque el porvenir se le presentara oscuro.
En la Constitución de 1949, tuvieron el tino de declarar los bienes del subsuelo, propiedad inalienable e imprescriptible de la Nación. Al borde del siglo XXI el presidentillo cajetilla, con el acuerdo de los politiqueros de la época, reformó la Constitución para seguir “desgober-nando”, y esa cláusula fue abolida.
180 años después de la declaración de la Independencia Argentina, sobre un Cavallo neo-liberal, cabalgadura habitual de los grandes monopolios internacionales, vendieron a precio de liquidación las joyas de la abuela, entre ellas YPF al consorcio español Repsol.
YPF había realizado a lo largo de sus años miles de pequeñas explosiones a profundidad, registradas por sismógrafos, para obtener un mapa nacional de los recursos subterráneos, no solo de petróleo sino también de otros minerales.
Esas explosiones resonaron poniendo en funcionamiento las correspondientes neuronas cerebrales del investigador, fue como una revelación.
¿Por arte de que magia, o afano, se hicieron con ese mapa la CanGold(grrr. guarda el perro) y otros benefactores de la humanidad,? Crimen o robo impune de imprevisibles consecuen-cias.
En tren de perrerías se decidieron a explotarlos a cielo abierto porque resultaba más económico, aunque se contaminase el agua la tierra y el aire, recompensando generosa-mente a la Nación con un miserable 3% de lo obtenido, sin derecho a pataleo ni a un gramo de metal.
Además de usar grandes volúmenes de agua que se restan a la agricultura y ganadería del lugar, se les debe proveer un enorme flujo de energía eléctrica, lo que demanda ingentes inversiones públicas.
Y se armó Troya, los pobladores no aceptaron la degradación del lugar donde vivían y tra-bajaban, algunos con éxito como los de Esquel, donde se paralizaron las explotaciones, otros siguen reclamando.
Los intereses mineros dan para adornar a los personeros lugareños, graciosos otorgantes de las concesiones, y la inicua explotación viento en popa rumbo a la paz de los cemente-rios.
¡Si querés maquinarias para enfrentar la erupción andá a llorarle a Gardel!
Sólo a un iluso como él se le ocurrió soñar con eso.
El país obtiene con la minería a cielo abierto, como sucede con los cereales transgénicos y su venenoso paquete tecnológico, saldo favorable en el comercio exterior, destinado a amortizar la dudosa deuda externa que nos impuso la banca internacional por sus supuestos préstamos, sacan antes de poner y se prestan a sí mismos para que lo paguemos entre todos, el cuento del tío a nivel global. Sacudírselos a corto plazo resulta difícil.
Más fácil es sacar del medio a quien se les atraviese en su camino.
¡Ay pobre de mí! El investigador, por las dudas, puso sobre su escritorio un retrato del Zorzal criollo para tener a quien llorarle.
¡Afuera el desánimo! En nuestro poder una YPF, imbuida del espíritu que le imprimió Mosconi, también encararía la rápida remoción y uso utilitario de las cenizas, contribuyendo a amortiguar la contingencia natural y a transformarla en fuente de bienestar para la pobla-ción.
El final (provisorio) con cenizas y todo, algunos festivales se hicieron, el investigador casi salvó lo que puso, su familia concurrió jubilosa del logro paterno, y genio y figura hasta la sepultura, hasta se animó a difundir sus ideas al respecto.
Como muestra basta un botón virulento, por precaución no se difunde el nombre del investigador.
Tampoco Ediciones Agua Clara- http://www.edicionesaguaclara.com.ar/
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- edicionesaguaclara@gmail.com
- difunde el nombre del redactor del libelo por temor a la buena o mala fama.














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