lunes, 24 de octubre de 2011

Honduras: ¿Donde están los aguerridos policías y soldados? - Roberto Quesada

"Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado.”-- Friedrich Nietzsche.
El luto es a diario, pero el lunes, debido al fin de semana, como que se acumula y se abre hasta con morbo los diarios para ver las fotos de quienes fueron las victimas, de los casos menos sonados no como el de los dos muchachos universitarios, por ser uno hijo de un personaje de la política criolla que ha estado en el ojo público con mucha controversia, la señora Julieta Castellanos.

Pero no solo son estos dos muchachos los que han sido vil y cruelmente asesinados sino otros jóvenes de otro nivel social que muchas veces, cuando son mencionados es nada más como estadísticas. Y lo peor que son tantas las muertes violentas, los ultrajes al ser humano en Honduras que la sociedad misma está inconscientemente creando una coraza de indiferencia, un muerto más, un muerto menos, y a rezar por no ser el próximo o la próxima.
No, no ha funcionado todo el maquillaje con que pretendió ocultarse el golpe de Estado, y hacerle creer al mismo pueblo hondureño y a la comunidad internacional que con montar unas dudosas elecciones, aunque hayan sido las más transparentes y votadas de toda la historia del planeta Tierra, todo volvería a la normalidad y aquí no ha pasado nada.
Es cierto que ha habido otras épocas de violencia en Honduras, pero ninguna como esta, pues no es solo la delincuencia común, el crimen organizado sino la violencia política que empezó a cobrar victimas poco antes del golpe de Estado, como el asesinato del edecán del presidente Manuel Zelaya o la muerte del señor Reniery Valladares, desde entonces, del golpe a la fecha solamente se ha incrementado la violencia, el odio, el rencor entre los hondureños/as.

El gobierno habla de reconciliación. Pero, ¿cómo sería posible si se apresa a los golpeados y se les da total libertad y premios a los golpistas? Las embajadas y consulados están repletas de personal supernumerario, que no hacen sino derrochar el dinero del hambriento pueblo hondureño. Conscientes del deterioro en que se encuentra Honduras – que ellos mismos hicieron--y que amenaza con empeorar pues sacan a sus hijos y nietos a que vivan seguros en el exterior y mejor si son super pagados con el sudor de un pueblo que a lo largo de su historia ha sobrevivido solo con penas, y cuando intenta rozar la gloria le ponen la bota militar en el cuello.
Difícilmente habrá reconciliación si en casos como el de las inundaciones, los políticos “regalan” diez canastas de alimentos y gastan el equivalente a cien en hacerle propaganda a las diez tristes canastitas. Inundación: ahogo de muchos, pesca de pocos.
Los maestros con todo su derecho vuelven a las calles, a la huelga. ¿Quién puede creer en la paz mientras no le pagan lo que le deben, mientras sus hijos, como diría el poeta J.A. Castelar, lloran por el bocado? Allí está el ministro de educación Ventura (no sé su nombre y no tengo tiempo ni voluntad para averiguarlo), quien muchas veces, con cinismo que raya en el descaro, ha dicho que todos los maestros y maestras han sido completamente pagados. En la Universidad se despidió a 120 empleados sin justificación alguna y parte sin novedad. Y si se van a huelga de hambres pues que les vaya bien, que se mueran, después de todo “es una decisión personal”.

El viernes pasado, en el programa de Globotv Látigo contra la corrupción, el presidente de la Corte Suprema de Justicia, CSJ, Jorge Rivera Avilés, reconoce el golpe de Estado. Él responde a una interrogante del periodista: “Usted sabe perfectamente que antes del golpe había manifestaciones”. Tiene toda la razón el señor Rivera Avilés, pero eran manifestaciones pacíficas, con alegría y esperanza en apoyo a la Cuarta Urna. Lo importante de esto es que el presidente de la Corte Suprema de Justicia ha reconocido el golpe, con lo que hay que invalidar todas las acciones realizadas por el gobierno de facto, asumir que el actual es interino y que debe buscarse los mecanismos para volver a tener un gobierno verdadero, libremente electo por el pueblo hondureño.
Pero en ese tiempo y durante el golpe y aun ahora que vivimos las secuelas, la aguerrida policía y ejército hondureño salían pertrechados hasta los dientes, con camuflaje en los rostros cuando no capuchas al mejor estilo de Rambo, valientes a cachimbear maestros desarmados, pueblo humilde que con legítimo derecho reclamada por el retorno al orden constitucional, a sindicalistas, a obreros, hombres y mujeres por igual, sin distinción de sexos ni edad, fueron apaleados, gaseados y claro que daba miedo ver a estos compatriotas uniformados avasallando con toda su fiereza militar.
Ahhh, pero que no hay que olvidar que toda ese pueblo, esa población civil estaba desarmada y así es sencillísimo andar cachimbeando gente. Ahora nos preguntamos donde están estos aguerridos que pierden batalla tras batalla contra la delincuencia común y el crimen organizado… ¿Escondidos, temerosos? Puede ser porque la delincuencia no responde con pancartas ni consignas ni cantos por una vida mejor…No, estos dan bala viva y tiran a matar…Esa puede ser la explicación por qué tanto crimen y nunca se da con el paradero de ningún asesino.
Esta semana se anexaron a la ya larga lista en donde están Emo, Jerónimo, maestros, abogadas/os, y un gran etcétera otros compatriotas, en “casos que se investigarán con todo el rigor de la ley”. O quizá lo explica lo que dijo de despedida el ex ministro de Seguridad Oscar Alvarez, algo así como que “hay les dejo esa policía putrefacta”. Por supuesto, no puede ser toda la institución, puesto que hay buenos policías y militares, unos que hasta nacen con vocación para ello, pero no hay duda que algo está fallando.
En realidad lo único que puede salvar a Honduras es un nuevo pacto social, una nueva Constituyente, en donde estemos todos y todas, incluyendo la policía. Honduras demuestra con todo este caos que es inútil tratar de maquillar un golpe de Estado. Así es.
robertoquesada@hotmail.
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Nueva York NY 23 octubre 2011

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