El jueves 29 de mayo de 1969 pasó a la historia. En medio de una huelga general nacional, los obreros cordobeses se movilizaron, derrotaron a la policía y dominaron el centro de la ciudad toda una tarde. La dictadura de Onganía quedó herida de muerte.
La dictadura militar encabezada por Onganía se impuso en junio de 1966. En 1968 el movimiento obrero y estudiantil comenzaba a reponerse lentamente de su derrota. El estudiantado del interior empezó a luchar y recibió gases y palos. En Buenos Aires hubo tres huelgas importantes. En septiembre de 1968 salieron los trabajadores de la refinería de YPF en Ensenada, con 50 días de huelga. En enero, en Capital, salieron los gráficos de Fabril Financiera y la automotriz Citroen (40 días de huelga). En ellas hubo piquetes y enfrentamientos con los carneros. Pese a su fuerza, las tres fueron derrotadas por responsabilidad de la burocracia. El incipiente ascenso no se cortó, pero se desplazó al interior.
Las vísperas
En marzo de 1969 hubo disturbios estudiantiles en Tucumán y Rosario. Empezaron a salir a la lucha trabajadores metalúrgicos, del automotor, estatales, y luego los maestros. Sectores patronales fueron tomando distancia del Onganiato.
A mediados de mayo, la policía reprimió una movilización estudiantil en Corrientes, y cayó asesinado el joven Cabral. En Rosario el repudio fue multitudinario, y cayó otro estudiante, Bello. Tres días después, vino el ensayo general del Cordobazo. Así describió Nahuel Moreno al Rosariazo en un escrito de la época: “Durante varios días el estudiantado jaquea al gobierno y se moviliza contra él, desde el viernes 16 hasta el miércoles 21 de mayo […] Recién ese día el movimiento estudiantil logra arrastrar a sectores del movimiento obrero y transforma su movilización en una semiinsurrección al enfrentar y derrotar a la policía con el apoyo masivo de la población, y la intervención de elementos de vanguardia y juveniles del movimiento obrero.” En esa jornada cayó asesinado el joven obrero metalúrgico Luis Blanco. En Tucumán, dos días después los estudiantes se movilizaron y coparon durante varias horas el casco céntrico de la ciudad.
El 27 de mayo, las dos “CGT”s (el vandorismo, de Azopardo, y el ongarismo, la "CGT de los Argentinos" -véase ES Nº97, 9/4/08-) convocaron a paro general en todo el país para el viernes 30 de mayo. En Córdoba, donde la situación ya venía muy caldeada, la CGT regional convocó a paro activo de 36 horas, desde el medio día del jueves 29 de mayo.
Paso, paso, paso, se viene el Cordobazo
Córdoba era la segunda ciudad del país por población y peso industrial. Se combinaban un movimiento obrero joven, altamente calificado, en el automotor y metalúrgicos, con una burocracia relativamente más débil; un estudiantado de tradición combativa, concentrado en pensiones y casas estudiantiles en el Barrio Clínicas, que se venía movilizando en solidaridad con los tucumanos, correntinos y rosarinos; el creciente malestar popular por los bajos salarios y la represión; y sectores importantes de la patronal cada vez más descontentos con el régimen militar. En el Cordobaza tuvo su máxima expresión la unidad en las manifestaciones callejeras de los obreros con los estudiantes.
Desde las 10 de la mañana de ese jueves, comenzó el paro activo. Miles y miles de obreros abandonaban las fábricas (ausentismo: 98%), dirigiéndose al centro. Los manifestantes, a los que se iban sumando cada vez más estudiantes, se fueron encolumnando y, en un área de aproximadamente 150 manzanas, comenzaron a hostigar a la policía. Al medio día, los enfrentamientos eran generalizados. Aumentaba la cantidad de fogatas para alejar los gases y se levantaban barricadas con el apoyo de los vecinos. La pedrea puso en fuga a la caballería. La Guardia de Infantería utilizó armas de fuego y cayeron el obrero de SMATA Máximo Mena y luego el estudiante Castellanos. Pero la acción de la policía se fue atomizando y se tuvo que replegar. La zona céntrica de la ciudad quedó en manos de los manifestantes. Este triunfo marcó el pico más alto de la movilización. La falta de dirección y de objetivos hizo que, al desaparecer el enemigo visible (la policía), aun cuando por la fuerza de la movilización se han convertido en amos de la ciudad, los manifestantes comenzaron a replegarse a los barrios.
La entrada del Ejército y la resistencia en los barrios
Como la entrada de las tropas al centro se produce recién a las 17 horas, cuando ha comenzado a replegarse la movilización, prácticamente no hay enfrentamientos masivos con civiles, aunque se atacó con francotiradores desde numerosos edificios. El Ejército sí tenía una dirección y objetivos claros y rápidamente recuperó el dominio del centro. Los manifestantes se replegaron a los barrios.
Durante esa noche fueron atacados varios puestos policiales en los distintos barrios de la ciudad. Al día siguiente la lucha siguió desde allí. Surgieron consignas hacia la tropa, como “Soldados, hermanos, no tiren”. Comenzaron a organizarse comisiones obrero-estudiantiles, pero sin llegar a formar una dirección de conjunto, que no existió en momento alguno.
Al medio día el gobierno declaró que “todo es obra de minorías extremistas”. A los numerosos presos del día anterior (entre los que estaba Raimundo Ongaro) se le suman el secretario general del SMATA, Elpidio Torres, y Agustín Tosco, de Luz y Fuerza. Según la revista cordobesa Jerónimo, hubo 6 muertos, 51 heridos y 300 arrestados. Fueron seriamente dañados entre 15 y 20 grandes establecimientos comerciales y quemados unos 60 automóviles.
Onganía herido de muerte
El Cordobazo marcó el inicio de un nuevo ascenso en la lucha de clases, que fue creciendo hasta mediados de los setenta, cuando el golpe genocida derrotó a los trabajadores. Para fines del 69, luego de dos fuertes medidas de protesta nacionales, todos los presos habían sido liberados. Comenzó a desarrollarse una fuerte corriente clasista y antiburocrática en el movimiento obrero, cuya máxima expresión fueron los sindicatos combativos de la FIAT, el Sitrac y el Sitram. En noviembre de 1970, con el Viborazo, el debilitado Onganía fue sucedido por Levingston, y luego por Lanusse. Este finalmente se decidió a apelar de manera directa al General Perón, exiliado en Madrid. Entre los militares y los dirigentes radicales y peronistas se forjó el Gran Acuerdo Nacional, con el cual el viejo líder retornó al país con el objetivo de lograr canalizar y frenar el ascenso obrero y popular.
Algunas lecciones
Como toda gran acción revolucionaria de masas, hay numerosas enseñanzas y experiencias que dejó el Cordobazo. Tomaremos sólo dos. En primer lugar, la fuerza incontenible del movimiento obrero cuando sale a la lucha, encabezando a los estudiantes y sectores populares, que en aquella oportunidad barrió una dictadura y acabó con los 18 años de exilio de Perón. En segundo lugar, la importancia de la dirección. Si aquella movilización triunfante no logró abrir un camino de avance hacia una revolución obrera y socialista, fue porque la mayoría de los trabajadores obedecía a la conducción del peronismo, un movimiento patronal totalmente jugado a lograr la “estabilidad” burguesa del país, y de una dirigencia sindical burocrática y traidora, aliada incondicional de esos patrones. Pasados 40 años, la continuidad de los sufrimientos vividos por los trabajadores y el pueblo son la prueba más dolorosa del costo por seguir a dirigentes traidores. Y ponen al rojo vivo la necesidad de construir una nueva dirección sindical y política independiente de los patrones y los burócratas, que sea consecuente en la lucha en defensa de los intereses de los trabajadores y el pueblo.
Se produjo una semiinsurrección triunfante
Desde el PRT-La Verdad definíamos así al Cordobazo, como una “insurrección, pero a medias”.
“Cuando utilizamos el término semiinsurrección para el Cordobazo, tenemos que tener en cuenta dos aspectos. Su carácter insurreccional está dado claramente por el carácter de la lucha en las calles, con enfrentamientos masivos a la policía y al Ejército, así como por el motivo de la lucha: su odio a la dictadura militar, al gobierno. La movilización tiene un claro objetivo político: ¡¡abajo la dictadura!! Pero este objetivo se da de manera confusa, en cierto sentido «espontánea» (el llamado de la CGT era por reivindicaciones salariales, no contra el gobierno directamente). A medida que la gente se junta y acorrala a la policía todo se centra en un solo grito: ¡¡Abajo Onganía!! Por eso decimos semiinsurrección: porque le faltó una dirección y un programa para la insurrección.”*
*“Dos días que conmovieron a la Argentina ”, por Mercedes Petit. Revista de América Nº5, junio 1975.
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