¿Le dijo la sartén al cazo?
"Es igual que una inspección escolar", dice con amargura Fielding, recordando cómo limpiaban su colegio antes de estas horrendas ocasiones. "Se escondía al personal impresentable y a los alumnos nerviosos o bien indeseables, yo incluido". Y en otra escuela, me cuenta Rosemary, a un profesor ligeramente excéntrico, un compa suyo, lo encerraban en el armario de la clase de Arte mientras duraba la cosa.
Londres: Juegos Olímpicos bien resguardodos por el ejército |
Por supuesto, la limpia no será fácil. ¿Podría yo sugerir que si en agosto anda merodeando todavía algún antiestético indigente se le obligue a ser encadenado en grupo y vestido con camiseta marrón y pantalones cortos de color beige y se le mantenga ocupado recogiendo desperdicios y rascando restos de chicle del pavimento, para que se despierten los turistas en una ciudad impoluta, como esas playas celestiales, prístinas, doradas de los mares del Sur?
Después se podría meter en autobuses a los recogebasuras y llevárselos durante la noche a algún barco-prisión al estilo del de Magwitch [prófugo personaje de Grandes esperanzas de Dickens] – sospecho que debe quedarnos alguno —, amarrado en alguna discreta zona de la costa. Cualquiera que trate de escapar será fácilmente avistado desde las abultadas filas del personal de seguridad. Y dispersado.
*Michelle Hanson es escritora y columnista del diario londinense The Guardian.
Fuente: Sin Permiso
No hay comentarios:
Publicar un comentario