sábado, 26 de mayo de 2012

Peligro: avanza la represa de Garabí

Editorial
Tiempo Argentino
El gobierno argentino y el del Brasil han dado pasos significativos para construir la represa Garabí, en la cuenca norte del río Uruguay. Se sabe por declaraciones públicas del ministro de Planificación, Julio De Vido, como por el Embajador del Brasil, Enio Cordeiro, que se ha procedido a la apertura de sobre con tres ofertas para evaluar los antecedentes de consorcios argentinos brasileños, a los efectos de llevar adelante las propuestas de factibilidad técnica y proyecto básico de los dos aprovechamientos hidroeléctricos, ubicados en la Cuenca del río Uruguay.



Se trata del tramo comprendido entre Argentina y Brasil, uno en el límite de las provincias de Corrientes y Misiones, en las localidades de Garambí y Panambí.
Ya pasó el concurso de selección de las consultoras y la que fue “bendecida” fue Consular SA, una empresa casualmente integrada por agrimensores santacruceños.
El gobierno nacional ha avanzado con acuerdos entre los gobernadores de Corrientes y Misiones junto con todos los intendentes de esos distritos, pero no ha informado absolutamente nada a las comunidades ribereñas aguas debajo de Garabí. Y, por la cultura de la obediencia debida de los legisladores entrerrianos en el Parlamento Nacional, nadie está defendiendo a Entre Ríos en ese plano.
La represa de Garabí está diseñada para generar dos mil megavatios y el monto total de la obra que se licitará está en el orden de los 4.200 millones de dólares, entre los dos emprendimientos.
Se trata de una obra de largo plazo, pero no invalida que haya que movilizarse para evitar los menores daños posibles. De acuerdo al proyecto Ejecutivo, se calcula que la construcción podrá demandar seis años.

Es cierto que sin energía no se puede pensar el desarrollo, pero también es verdad que ese desarrollo no puede tener cualquier costo. Además, más represas no significa que el acceso a al electricidad estará garantizado y ni siquiera será más barato. Ejemplo de ello es lo que ocurre en Entre Ríos con Salto Grande, que es una provincia generadora de electricidad y sin embargo en este territorio se paga una de las electricidades más caras del país.
Por otro lado, la construcción de esta represa generará desastrosas consecuencias ambientales, dado que se requiere como mínimo inundar más de treinta mil hectáreas tan sólo en Misiones.
Se trata de diseños pensados en la década del ´70, en vez de impulsar tecnologías que sea más limpias, más sanas y que contaminen mucho menos que una represa. No es casual que actualmente la propia Organización Mundial de la Salud recomiende no construir represas en zonas tropicales y subtropicales.
No es casual que organizaciones ecologistas tanto argentinas como brasileñas e incluso uruguayas desde hace años vienen expresando su oposición a la construcción de Garabí. Y argumentan, además de la destrucción irreparable al medioambiente, una serie de daños que causan las represas como la alteración de los cauces normales de los ríos, el desplazamiento de personas por las inundaciones que se provocan y la destrucción de lugares históricos y la muerte de los ecosistemas y la biodiversidad.




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