Este artículo quiero dedicarlo a las mujeres sublimes, a las héroes anónimas; a las madres solas. Ni todas las palabras ni todos los gestos del mundo bastan para agradecerles.
Por Naín Serrano
Más que palabras en el Día de Madres
25 de abril de 2010
Olanchito, Yoro – Este artículo quiero dedicarlo a las mujeres sublimes, a las héroes anónimas; a las madres solas. Ni todas las palabras ni todos los gestos del mundo bastan para agradecerles. Esos tiernos seres que nos dieron la vida, nos llevaron en su vientre por varios meses y con una paciencia infinita, sin impórtales el peso o los dolores continuos nos cuidaron con fiereza.
¿Qué sentido tendría nuestra existencia sin ellas? Esas damas que dejan alma, vida y corazón, en cada acto, en cada gesto. Esa mano extendida y presta a ayudarnos cuando la enfermedad, el infortunio, el fracaso, el dolor, el llanto y la tristeza nos invaden. Esa parte fundamental de la sociedad que, a veces, abandona su patria, con la ilusión a sus espaldas y con la fe de construir un mejor futuro para sus hijos.
¿Qué hubiera sido de nosotros cuando éramos unos niños sin su abrazo cálido y duradero?
Más que palabras, más que agradecimientos, más que todo lo que existe. Desde el pensamiento a la luz, desde el cariño a la distancia, desde la soledad a la ternura; siempre aparece el rostro de una madre. Desde el primer segundo en que nuestros ojos se abrieron a la luz, ella esta presente con el amor, la paciencia y el cariño solo comparable al de una rosa. Esa que guarda en sus espaldas la fiereza de la vida y la salvaje realidad en constante acecho.
Ni todo el dinero del mundo puede pagar el amor bendito de una madre.
Si no hubiera mujeres, yo no estaría escribiendo estas líneas, este es mi aplauso imperecedero, mi elogio constante, mi reconocimiento a la más perfecta de las creaciones. Esos seres que muchas veces se acuestan con el estomago vacío, pero con la pequeña alegría de ver a uno de sus hijos, llevar con dignidad un trozo de pan a la boca, en un país en dónde la pobreza crece sin tregua. Esas mujeres que trabajan largas horas en fábricas y dejan sus manos al tiempo con la única esperanza de dignificarse a si mismas y a sus familias.
Mi saludo solidario y mi admiración para todas esas madres- padres que, día con día tienen una lucha titánica con la adversidad y que son victimas de la irresponsabilidad del género masculino. Antes de finalizar este breve artículo, quiero dedicarles un poema de mi autoría y que lleva por nombre Palabras a mi madre.
Mi madre tiene gastados los pies.
Su brazo está dormido.
Hace lo imposible todos los días.
Mamá es un cielo apacible
me escucha igual que el silencio.
Sueña lo que el destino le negó.
Da sus manos al tiempo
para que la vida no me sorprenda.
Hace lo imposible.
Mi madre es profeta de mis pasos.
El que no sabe quién es festeja sus derrotas y rechaza sus oportunidades
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