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Operativos de fuerzas especiales farianas, en el corazón del Caguán completamente militarizado se realizan desde el sábado en la antigua zona de distención. Con estos operativos, la insurgencia fariana demuestra que no existen zonas vedadas donde su accionar no puede llegar. Las FARC-EP Nunca salieron del Caguán como lo pretenden los cantos de sirena de la oligarquía colombiana.
Si el régimen utilizó la duración de la zona de distención para realizar inteligencia a los cuadros farianos y para realizar la reingeniería del ejercito masacrador, la insurgencia demuestra que ha realizado su propia reingeniería y readaptación para confrontar régimen mafioso y a su ejército criminal.
La historia de la humanidad ha demostrado que ha sido la tiranía la que impone el método, las circunstancias y el contexto en el cual se desarrollan las guerras y los conflictos. El pueblo en armas, se defiende y pasa a la ofensiva con sus limitados recursos, con la inteligencia popular y con mucha malicia indígena.
Frente al avatar que impone la tiranía, con sus millones de dólares de presupuesto y su tecnología de punta, resistir ya es una victoria.
La oligarquía ha escogido la guerra fratricida en lugar de las salidas políticas y los cambios estructurales han sido maquillados con políticas paliativas y reformitas que dejan intacto los problemas sociales.
Vienen tiempos difíciles, la oligarquía tendrá que luchar contra la naturaleza, contra su nefasto modelo económico y contra la resistencia del pueblo armado y con la lucha de masas DEL PUEBLO ORGANIZADO.
Continuar subsidiando a los ricos, y tirándole migajas a los pobres, como el miserable salario mínimo aumentado a 4%, aún no promulgado y ya absorbido por el alza de los combustibles, por la aprobada subida de arriendos, por el costo de la salud, por la inflación y los altos costos del invierno, no son más que operaciones de maquillaje del régimen.
En la última alocución del comandante fariano Alfonso Cano, se dejó claro que la insurgencia esta lista para continuar combatiendo al régimen oligárquico vende patria, el comandante insurgente oriento a todas las estructuras farianas, al Partido Comunista Clandestino, al Movimiento Bolivariano, al Movimiento Juvenil Bolivariano y a todos sus hombres y mujeres donde se encuentren a ponerse firmes frente a las consignas de la Nueva Colombia.
No son bravuconadas como lo afirma el desabrido vicepresidente. Mal hace un títere como Angelino Garzón, quien sin ninguna ética vendió sus principios al régimen oligárquico por un plato de lentejas y cuyo papel se limita a darle un aire de legitimada al régimen mafioso. Ya lo decían Tola y Muraja, Garzón fue escogido para darle a entender al mundo, “que no todos los sindicalistas han caído bajo el terrorismo de Estado”. Ante las palabras necias del Angelino, retumban las palabras de Martin Luther King “no me preocupan el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética, lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”.
La construcción de la Nueva Colombia pasa por la resistencia organizada del pueblo colombiano, sólo el pueblo redime al pueblo.
Como lo afirma el comandante fariano “la reparación de las víctimas de la violencia y la propiedad y usufructo de la tierra”:
“Los dos temas necesitan, y eso lo debemos luchar, bases ciertas y manejos serios, si se pretende contribuir de verdad a la solución del conflicto; en el primero el punto de partida debe ser el reconocimiento taxativo de los partidos tradicionales y del Estado, de su responsabilidad en el inicio de esta fase de la confrontación que nos azota desde 1948, dinamizada posteriormente durante la guerra fría, con la inserción de la doctrina de la seguridad nacional como concepción de Estado en Colombia. Un reconocimiento tal, desataría vertiginosamente un proceso de reconciliación basado en la verdad.
En el segundo, sobre una reforma agraria, es inaplazable regresar las tierras usurpadas en todos estos años a sus verdaderos dueños, a colonos y campesinos, así como restituir las suyas a las comunidades indígenas y entregar las que pertenecen a las comunidades negras; esto es imperioso, pero todo el proceso sería un esfuerzo inocuo sino se tiene como sustento la decisión de liquidar el latifundio que crece como un cáncer.
Según un estudio del Instituto Geográfico Agustín Codazzi y de CORPOICA del año 2001, las fincas de más de 500 hectáreas correspondían al 0.4% de los propietarios que controlaban el 61.2% de las superficie agrícola, en un proceso de progresiva e infame concentración que viene de años atrás y que no para.
Una ley de tierras moderna y con visión estratégica, sembradora de paz, deberá incluir inexorablemente ayudas económicas y tecnológicas, facilidades para el mercadeo, vías, pero ante todo y necesariamente armonizar en ella lo social, lo territorial, lo cultural, lo ambiental y lo espacial en todos sus considerandos y prospecciones.
Estos dos proyectos de ley tienen un condicionante esencial en su elaboración, análisis, discusión, aprobación y concreción deben participar protagónica y decisoriamente los sectores afectados, el pueblo que ha sufrido en carne propia la violencia del Estado, del paramilitarismo y del latifundio”.
Y desde todas las expresiones de la resistencia, como lo afirma el comandante insurgente:
“En todas esas jornadas seremos referentes o protagonistas desde la clandestinidad o desde la trinchera. No cejaremos un solo instante de luchar por la solución política del conflicto, por principios, por las certezas que nos motivan, porque somos revolucionarios porque amamos la paz. Las condiciones para lograr la justicia social, la democracia, la soberanía y el socialismo, nos las impuso el Estado, no las escogimos nosotros.
Entendemos que nuestra dura cotidianidad hace parte de nuestro compromiso y concepción de la vida, de nuestros ideales políticos de nuestra ética y convicciones. No nos quejamos. Por ello y mientras no encontremos entre todos los caminos de la reconciliación y la convivencia democrática continuaremos desarrollando la guerra de guerrillas intensamente para resistir la agresión, participar dinámicamente en las luchas políticas y sociales y para abrirle caminos al poder popular y a la Nueva Colombia.
No en vano hemos resistido en los últimos 12 años la más grande ofensiva imperial en Latinoamérica contra una fuerza revolucionaria, con más razones, realidades sociopolíticas, ideología, moral revolucionaria y esfuerzos, que recursos económicos, así les duela a nuestros detractores”.
En este año las consignas serán las siguientes, afirma el comandante fariano:
“En el 2011 redoblaremos actividades en todo sentido con la fuerza que nos proporcionan nuestras convicciones, el cuidado que nos impone la experiencia y el enorme aliento de todos los camaradas caídos………….., ese huracán de verdades y compromisos revolucionarios, ese titán pleno de consecuencia en su pensamiento y práctica como combatiente bolivariano.
A todos el saludo convocante de las FARC-EP para avanzar en el año que se inicia por la solución política del conflicto, la justicia social, la soberanía nacional y la plena participación democrática del pueblo en la forjación de su destino.
Éxitos en el 2011, fuerte apretón de manos y hasta la victoria siempre”.
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