sábado, 26 de diciembre de 2009

"Soy apache"


LEYENDO A GERÓNIMO

Raúl Calvo Trenado/ Ilustración Juan Kalvellido

Recientemente cayó a mis manos un pequeño libro que desde hace tiempo tenía ganas de leer: las memorias del jefe apache Gerónimo. Y esas ganas me hubieran durado de no ser porque en 2008 la editorial Mono Azul las ha editado por primera vez en castellano coincidiendo con el casi centésimo aniversario del fallecimiento del mismo, que nació en 1823 y murió en 1909.

Bajo el título “Soy apache” se ha publicado esta autobiografía que Gerónimo dictó al inspector escolar S.M. Barret en 1906, ya anciano, estando preso en la reserva de Fort Sill, Oklahoma. ¿Por qué estas memorias han sido publicadas con ese título? Recordemos: Son las dos palabras que pronunció la mujer que fue en nombre de Marlon Brando a la ceremonia de entrega de Óscar, cuando éste rechazó el premio al mejor actor en 1973 por “El Padrino”.

Si lo que esperas de este relato, querido lector, querida lectora, es una autobiografía de un gran personaje histórico- a lo Napoleón Bonaparte- llena de chismes, intrigas y grandes declaraciones, entonces te vas a sentir decepcionado ante lo que puedes considerar el recuerdo de las aventuras de un abuelo.

Si, por el contrario, adviertes que estás frente a un relato único de un pueblo nómada que apenas dejó testimonios y que es la “otra versión” de lo que se ha venido en llamar la “conquista del salvaje oeste”, la lectura cambia: El Gerónimo real no es simplemente el jefe indio bandolero y sanguinario que nos cuenta “La Diligencia”- al margen de que no niego de que esta película dirigida por John Ford es una obra maestra de la historia del cine-.

También nos sirve la lectura de esta pequeña obra para no caer en el otro extremo e imaginar que los pueblos nativos de América vivían en una Arcadia paradisiaca con todos sus tópicos: su forma de vida era la guerra. Pero, insistimos, lejos de ser esos criminales sádicos de la historiografía oficial los apaches tenían sus propios códigos de honor incluso en el combate.

El nombre de Gerónimo- que tanto miedo daba a sus enemigos cuando lo escuchaban- se lo pusieron los mexicanos durante una de sus muchas guerras por defender a su pueblo de la invasión. En realidad su nombre original no era precisamente fiero, Goyaałé, que significa “el que bosteza” y así le llamó su padre porque de niño se cansaba fácilmente.

Pero este bostezador ha pasado merecidamente a la historia como un símbolo de la resistencia contra el imperialismo, por su lucha por la libertad de su pueblo- e incluso sería correcto hablar de nación apache- pese a su triste final. Gerónimo es el mito fundacional de la rebeldía contemporánea: es el Espartaco de nuestro tiempo.

Su pueblo estaba dividido en varias tribus, concretamente Gerónimo era apache chiricahua, y tenían justa fama de ser unos fieros guerreros tal y como muestra el hecho de que fueron los últimos nativos norteamericanos en ser sometidos. La lengua natal de nuestro personaje era precisamente el chiricahua pero también era capaz de comunicarse en castellano, que fue la lengua en la que dictó sus memorias.
Luchó sin cuartel para no vivir en reservas y arengaba a su pueblo a resistir contra el invasor norteamericano y mexicano. Casi al final de su vida en libertad, un pequeño puñado de chiricahuas resistentes- 16 guerreros, 14 mujeres y 6 niños- era acosado por 5 mil soldados, nada menos que la tercera parte del ejército yanqui. Gerónimo daba miedo. Ya desde entonces es difícil saber qué era realidad y qué leyenda de las historias de sus cabalgadas por la sierra y las praderas.

Sin embargo, el gran motivo de odio de Gerónimo no fue el ejército gringo sino los mexicanos que mataron a su mujer y sus tres hijos pequeños. Ahora que en 2010 se cumple el bicentenario de la independencia de México y que la burguesía se prepara para henchir de orgullo patriótico el pecho de todas las mexicanas y mexicanos, no está de más recordar que la burguesía de este país es tan imperialista como todas por más que se presente de forma victimista por su lucha contra la corona española, la invasión francesa y la norteamericana. Toda la burguesía es imperialista, sólo se trata de si puede o no serlo. La mexicana, en cuanto ha tenido ocasión, también lo ha sido bien exterminando apaches, robándole Chiapas a Guatemala o anexionándose el Yucatán.

Pese a que acabó su vida en una reserva y siendo exhibido como atracción de feria sin ninguna dignidad y ganándose unas monedas por posar en fotografías o por estampar su firma, Gerónimo es un mito que representa de alguna manera la resistencia contra el imperialismo. Fue el último gran jefe que luchó por la libertad de su pueblo- se calcula que en la juventud de Gerónimo vivían unos 20 mil apaches y solo quedaban unos centenares a su muerte que malcomían y vestían andrajos en las reservas-.

Pero Gerónimo sigue dando miedo, desde entonces hasta la presidencia de Barack Obama, el gobierno estadounidense se niega a darle una sepultura digna y que sus descendientes recuperen sus restos. En 1918 o 19 su cadáver fue robado por la sociedad secreta Skull & Bones de la Universidad de Yale, a la que entre otros pertenecen los expresidentes George Bush (padre e hijo), John Negroponte o John Rockefeller. Ahora que está muerto, temen más aún que su coraje y rebeldía prenda en los corazones de los oprimidos.

“Soy apache” es el grito de los vietnamitas y Ho Chi Minh, el de los sudamericanos y Che Guevara, el de los congoleños y Lumumba... y particularmente en estos momentos, el de los saharauis y Aminetu Haidar

Raúl Calvo Trenado
Acabando 2009

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