"Medellín te sorprende de día y de Noche" Por Juan Diego Restrepo E.*
La violencia que oculta la publicidad acabó con la vida de dos líderes barriales que lucharon incansablemente por sus comunidades.
En su edición de diciembre de 2009, la revista Únete, una publicación mensual de UNE EPM Telecomunicaciones, afirma que “con una inversión cercana a los 20 mil millones de pesos y bajo el lema ‘En diciembre, Medellín te sorprenderá de día y de noche’, la Alcaldía de Medellín y EPM trabajarán en equipo para que todos puedan disfrutar de una ciudad de ensueño”.
Lamento profundamente contradecir tan flamante afirmación de “ciudad de ensueño”, pues en Medellín estamos muy lejos de esa condición, que solo cabe en la cabeza de publicistas y de aquellos que les pagan sus honorarios para que esos imaginarios sean construidos y promovidos en el país y en el extranjero
En un acto de lealtad con los lectores, debo reconocer que esta columna la escribo con dolor. En menos de un mes, la violencia que ocultan esos mensajes publicitarios acabó con la vida de dos líderes barriales que lucharon incansablemente por sus comunidades. Esos dos hombres eran Jorge Murillo y John Alexander Pulgarín.
A Jorge Murillo, un grueso moreno oriundo del Chocó, lo conocí el 30 de septiembre de este año. Él integraba una de las 300 familias que resultaron damnificadas en el incendio del asentamiento de desplazados Mano de Dios, ocurrido el 6 de marzo de 2003 en Medellín. En atención a esta tragedia, fue construido en el corregimiento Altavista, suroccidente de la ciudad, el barrio Nuevo Amanecer. Los primeros afectados llegaron allí a finales del 2004
Pero las soluciones de vivienda fueron mal construidas y se obviaron las dotaciones urbanísticas. Esta situación llevó a Jorge y a varios de sus pobladores a liderar desde el 2005 acciones jurídicas contra la Alcaldía de Medellín, la Gobernación de Antioquia, la Nación y la empresa constructora, con el fin de corregir las falencias. Y justo este año, cuando se estaban confrontando en los estrados judiciales las irregularidades cometidas en la construcción del barrio, comenzaron las intimidaciones contra Jorge por parte de un grupo paramilitar que opera en el corregimiento Altavista. Ante la inminencia de su muerte abandonó la ciudad.
Pero no sólo las amenazas decidieron la suerte de Jorge. También tuvo que ver en su decisión las deficiencias en la atención en su caso. Yo estuve a su lado cuando habló con un secretario del despacho a quien le narró su drama para que lo ayudara, pero éste lo remitió a otro funcionario, quien le dijo que no se podía hacer nada porque las amenazas no provenían de “un grupo legamente reconocido”.
Nadie entendió ese concepto, más de índole burocrático que humanitario, pero sirvió para que este líder barrial y su familia abandonara el barrio al amanecer del lunes 11 de octubre y dejara atrás sus años de líder comunitario. Decepcionado, viajó a Corozal, Sucre, y se instaló allí con su esposa y sus tres hijos. Pero lo que no hicieron los paramilitares, lo hizo un virus letal: el pasado 15 de diciembre murió en un centro asistencial, rodeado de sus seres queridos. Su doloroso deceso es, sin duda alguna, una consecuencia cruel de la guerra que padece esta “ciudad de ensueño”. Así algunos no lo admitan, este conflicto también mata de pena moral.
A John Alexander Pulgarín lo conocí hace poco más de dos años. Valiente, comprometido y arriesgado. Nació, vivió y trabajó en la comuna 8 de Medellín, en el oriente de la ciudad. Denunció las amenazas paramilitares posteriores a la desmovilización de los bloques Cacique Nutibara (noviembre de 2003) y Héroes de Granada (agosto de 2005) en su barrio. Persistió en señalar que los reinsertados continuaban con sus estrategias de control social y territorial, a través de las cuales se vulneraban los derechos de los pobladores, pero no tuvo mucho eco.
En el segundo semestre del 2008, Pulgarín se convirtió en uno de los testigos del proceso penal adelantado contra John William López Echavarría, alias ‘Memín’, reinsertado del bloque Cacique Nutibara, quien en sus años de desmovilizado trasegó entre la legalidad y la ilegalidad hasta cuando fue capturado el 16 de mayo de 2008. Tras un juicio trágico, que dejó cuatro testigos de la Fiscalía muertos, fue sentenciado a 23 años de cárcel por los delitos de concierto para delinquir, constreñimiento ilegal y desplazamiento forzado.
Militante del Polo Democrático, líder barrial, integrante del grupo de trabajo de la miembro activo de la Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades) y fundador de la Corporación Construcción Ciudadana, John Alexander estuvo presto a proponer salidas civilistas a partir del reconocimiento del conflicto armado, pero ese tipo de ideas, en una “ciudad de ensueño” como Medellín, son mal recibidas. Este hombre murió asesinado en las calles del barrio Las Estancias, el pasado domingo en las horas de la tarde. Dos hombres le propinaron seis disparos en la cara.
El paramilitarismo en Medellín, así como en diversas regiones del departamento y el país está activo. Si bien la lucha de estos grupos armados ilegales no tienen como objetivo de su acción las milicias urbanas de la guerrilla, porque ya fueron derrotadas, actualmente tienen en su mira a todos aquellos líderes barriales que desde una perspectiva comunitaria reivindican los derechos sociales, económicos, políticos y culturales. Esos siguen siendo sus “enemigos”.
No nos podemos seguir diciendo mentiras. No podemos seguir construyendo imágenes urbanas irreales que lo que generan es una profunda indolencia ciudadana. Me apena insistir, pero esa imagen de “ciudad de ensueño” que plantean de Medellín es falsa. La realidad en la calle se está acercando más a una pesadilla. Las muertes de Jorge y de Alexander así lo evidencian. Paz en sus tumbas.
*Juan Diego Restepo E. es periodista y docente universitario
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