El pasado 23 de diciembre se realizó en los Andes y Camino General Belgrano, Monte Chingolo, Provincia de Buenos Aires, un nuevo acto en homenaje a los guerrilleros caídos en el ataque al Batallón de Arsenales 601 del ejército del capitalismo por parte del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Once organizaciones políticas y sociales convocaron a esta iniciativa frente al portón principal de lo que fue el cuartel, para reivindicar no solamente la conducta heroica de los combatientes argentinos que murieron en combate, sino fundamentalmente la vocación de poder del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y su ERP. La operación de Monte Chingolo fue la más grande y ambiciosa acción militar revolucionaria que se realizó en Argentina, en el marco de una estrategia diseñada en absoluta coherencia con un ascenso de las luchas revolucionarias en todo el mundo, especialmente en América latina. La influencia moral de la revolución cubana victoriosa; la resistencia vietnamita al invasor yanqui y su victoria en 1975 que posibilitó la derrota generalizada de las tropas imperialistas en el sudeste asiático; la liberación de Angola y las luchas ininterrumpidas también posteriormente triunfantes en Namibia, Mozambique y otros países africanos; la resistencia palestina, entre otros enfrentamientos, constituían el marco del desarrollo de las luchas en nuestro país.
En América latina, el MIR de Chile, el MLN-Tupamaros de Uruguay, el PRT – ELN de Bolivia, las FARC y el ELN en Colombia, la continuidad de la lucha sandinista en Nicaragua, el mantenimiento de la guerra revolucionaria en El Salvador y Guatemala, entre otros, también daba respaldo a las prácticas sostenidas del PRT-ERP argentino. Poco después de la retirada de la dictadura militar, en 1973, la permanente lucha en todos los terrenos de las organizaciones populares puso en jaque a una pantomima de democracia que lideraba María Estela Martínez De Perón, y la represión recrudeció en todos los órdenes con una matanza de militantes populares a manos de las fuerzas armadas del capitalismo y de las bandas armadas de corte fascista conocidas como Triple A, ambas amparadas y financiadas por el Estado en manos de las clases dominantes y políticamente sostenidas por la clase política burguesa. Fue en ese marco de largo e ininterrumpido enfrentamiento, que el PRT-ERP decidió el ataque al Batallón de Arsenales 601 de Monte Chingolo, de donde se intentaba extraer 20 toneladas de armamento destinado a fortalecer la capacidad operativa de las fuerzas guerrilleras y al mismo tiempo retrasar un golpe militar que ya se sabía inevitable. Una operación de inteligencia del ejército del capitalismo impidió que la acción fuera exitosa y las unidades guerrilleras del Ejército Revolucionario del Pueblo fueron emboscadas. Invertido el factor sorpresa por el accionar de un infiltrado, varios regimientos de infantería del Ejército y uno de infantería de Marina, unidades mecanizadas y blindadas, artillería, Aviación de Ejército y Marina, Fuerza Aérea, tropas de Gendarmería, Policía Federal y bonaerense y unidades especiales de Prefectura Naval, es decir, todas las fuerzas militares y de seguridad del sistema capitalista con más de 6000 efectivos en combate, enfrentaron a los setenta integrantes de la Compañía Guillermo Perez, integrante del Batallón General San Martín del ERP que tenía como misión la toma del arsenal enemigo. También resultaron sorprendidos por la rápida movilización de tropas capitalistas los combatientes que debían realizar acciones de contención en las inmediaciones del cuartel y en las vías de acceso a la zona. Esa enorme diferencia numérica, material y de poder de fuego no impidió que durante varias horas de combate abierto, las fuerzas armadas del capitalismo hayan visto tambalear sus defensas y que, una vez confirmada la imposibilidad de éxito la operación, las fuerzas guerrilleras sobrevivientes hayan podido retirarse en su mayoría de manera ordenada y organizada, protegidas por los habitantes de los barrios aledaños que por ello fueron masacrados por los militares. Los heridos fueron rematados, los prisioneros ilesos asesinados, las manos de todos los combatientes caídos cortadas y metidas en frascos, sus cuerpos mutilados a bayoneta, maniatados en la parte delantera de los blindados y aplastados vivos contra las paredes; la población de los barrios linderos fue ametrallada desde tierra y aire y hubo gente fusilada en plena calle por los esbirros del imperialismo. Así actuaron de un lado. Heridos y golpeados, caídos sus hermanos, sus esposos, sus esposas, sus compañeros, por decenas, ninguno de quienes se retiraron esa noche de aquel cuartel abandonó su militancia revolucionaria en el PRT-ERP, sino que se dedicó, hasta donde pudo y combatiendo, a tratar de reconstruir las unidades guerrilleras. Así actuó de nuestro lado. La gigantesca diferencia moral entre unas y otras fuerzas es lo que delata a una de ellas como un ejército de ocupación al servicio del imperialismo y de sus socios locales; mientras hace merecedora a la otra de ser considerada la máxima expresión del guevarismo que hubo en la Argentina. En este nuevo homenaje a los combatientes caídos en Monte Chingolo ratificamos la necesidad de acabar con la sociedad de clases y el fin de la dependencia de todo tipo con los Estados Unidos y con cualquier dominación extranjera, para construir una sociedad socialista. Para ello, sabemos que es necesario trasladar el significado del comportamiento heroico de aquellos combatientes de Monte Chingolo a los tiempos actuales. Las razones que llevaron a aquellos revolucionarios a levantarse en armas existen todavía, en muchos casos, agravadas. Más allá de retoques cosméticos, la exclusión laboral y social, el sometimiento a la voluntad política del gobierno de los Estados Unidos en importantes aspectos de la política económica y exterior, la corrupción generalizada en el poder político e institucional, los sueldos de hambre de millones de trabajadores, siguen siendo los rasgos del sistema impuesto por la burguesía.
El gobierno de los Kirchner no solamente no cambió esa realidad, sino que gobierna en función de su continuidad. Ante ese cuadro actual, quienes estamos dispuestos a continuar la lucha iniciada hace poco más de tres décadas, tenemos frente a nosotros el desafío de construir las herramientas necesarias para dar nuevas y exitosas batallas contra los enemigos de siempre, las clases dominantes y el imperialismo; de fortalecer nuestras convicciones y aumentar nuestras iniciativas para dar golpes más certeros a quienes explotan a nuestro pueblo; de estrechar lazos sólidos entre las organizaciones que nos agrupan, de diseñar estrategias y tácticas que nos permitan hacer realidad los objetivos de quienes llevaron en aquellos días sobre sus espaldas el honor de sembrar el guevarismo y la rebeldía en las tierras de América.
FOGONEROS
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