Como es sabido, Reporteros Sin Fronteras (RFS) en estos días publicó una de sus acostumradas listas de "Predadores de Prensa" en el mundo.
Este arículo no se trata de las relaciones de RSF con los círculos más extremos de la mafia anticubana de Miami (que las tiene, y carnales, como lo demuestran las investigaciones del profesor Salin Lamrani. Tampoco trata de su auto-ademitidos financiamiento por parte del gobierno norteamericano, ni de su manera de silenciar o minimizar las muertes de periodistas en Iraq a mans de los ocupantes yankis, etcétera. Esas no son novedades.
Lo que llama la atención es que aún existan periodistas críticos que, conscientes de los nexos de RSF, sigan estando dispuestos a regalarle dinero y tiempo al enemigo, abonando puntualmente su cuota de membresía a la organización y hasta haciendo trabajo voluntario en ella.
Tal es el caso de Unai Aranzadi que, desolado, constata en un texto publicado por Rebelión el 7 de mayo (1) que RSF no incluye en su lista de Predadores de la Prensa "al mortal golpismo hondureño".
En efecto, la resistencia del pueblo hondureño y los crímenes actuales y pasados de los golpistas son sistemáticamente silenciados por los grandes medios. Estamos ante una enorme operación de normalización de la dictadura hondureña a cargo de los EE.UU y de los grandes monopolios de la información.
A la vista de la evidencia, yo no entiendo cómo Unai Aranzadi en su texto todavía puede decir que RSF "tiene ciertas acciones buenas, quizás por eso soy socio y he ayudado en la organización durante seis años". Lo lamento, yo no sé cuáles son las acciones buenas de RSF.
Por ejemplo, en la lista recientemente publicada por la organización, se señalan como "predadores de la prensa" en Colombia a las Farc y a los paramilitares, ocultando convenientemente el papel del uribismo y del estado colombiano en la persecución y el asesinato de periodistas, para no hablar de su simbiosis con los "paracos".
Por ejemplo, RSF hace unos años le dio un premio al periodista Holman Morris. Poco después, a mediados del año pasado, la revista Semana publicaba un acta secreta del la policía política colombiana DAS en la que se discutía el "seguimiento" a dar al propio Morris y al periodista sueco Dick Emanuelsson - por cierto, una de las voces más valientes en la denuncia de los crímenes de los golpistas hondureños y uno de esos periodistas a los que RSF dejaría morir con gusto si de ellos dependiese.
"¿Qué tiene todo eso de bueno?" pregúntese el lector.
Pero vayamos a lo más medular de la cuestión sobre qué papel juega y qué intereses se esconden detrás de RSF. Esto se ve claramente estudiando un poco la lista de "predadores" elaborada por la organización:
Cualquier crítico medianamente informado incluiría en esa lista a personajes como Rupert Murdoch, cuya empresa News Corp es dueña de FoxNews (el mayor y más reaccionario canal de noticias en los EE.UU), la productora de películas 20th Century Fox, canales de satélite en el Reino Unido, Italia, Brasil, México, EEUU, la India, China y muchos otros países, la HarperCollins, una de las editoriales más fuertes del mundo y revistas como InsideOut o la archiconservadora Weekly Standard y cientos de periódicos de gran tirada e influencia como The Sun, The Times,The Sunday Times, The New York Post, The South China Post o The Australian.
Por supuesto, en la lista no podrían faltar agencias como Associated Press (AP), Reuters y Agence France-Presse (AFP), que desde sus sedes centrales en las capitales de Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia respectivamente producen la mayoría de los cables noticiosos que se leen en el planeta.
Para RSF, los mayores "predadores" de la prensa en Europa son: en España, la ETA y en Italia, las "organizaciones criminales mafiosas". Se les olvidó, por ejemplo, la banda terrorista PRISA por su apoyo a golpes de estado, terrorismos varios, guerras imperialistas en distintas partes del globo y campañas constantes de desprestigio contra los gobiernos progresistas en América Latina. También se les olvidó el "telegobernante" (y capo) Silvio Berlusconi, que obligó a la RAI a censurar el trailer del documental "Videocracy" sobre el vaciamiento de la democracia italiana por el monopolio mediático.
En México, RSF señaló a los carteles de la droga de Sinaloa, El Golfo y Juárez, pero se le olvidaron los carteles Televisa y TV Azteca, que entre ambos controlan el 90,7 por ciento de las concesiones, y el magnate de la televisión Emilio Azcárraga, que acapara el 68,5 por ciento de la audiencia. Es que México es, según los especialistas, uno de los países con más alta concentración mediática del mundo. Esos grupos silencian los fraudes electorales, la represión del estado, los grandes negociados y toda información que pueda atentar contra sus intereses.
Uruguay es un país latinoamericano en el que, según RSF, no existen "predadores de la prensa". Sin embargo, según el economista Luis Stolovich, el primer operador en los sectores de televisión abierta, televisión de pago, telefonía básica e Internet, controla un promedio del 60 por ciento de la facturación del mercado y un 56 por ciento de los consumidores. Los cuatro primeros operadores promedian el 89% de las ventas si a esos sectores se les agrega la prensa escrita y la radio.
Lo paradójico del caso es que es la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos, un organismo al cual RSF y la SIP a menudo invocan en sus campañas contra los gobiernos progresistas de la región, la que en su Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión establece que "Los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación (...) conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos". O sea que democracia y monopolios mediáticos privados son totalmente incompatibles, pero RSF jamás ha criticado a éstos últimos, que yo sepa.
RSF no critica en su informe a los golpistas hondureños, como tampoco critica a los monopolios mediáticos que instigaron el golpe, como La Tribuna (de Carlos Roberto Flores Facussé), La Prensa y El Heraldo (Jorge Canahuati Larach), los grandes canales de televisión (José Rafael Ferrari y el contrarrevolucionario cubano Ralph Nodarse), o la multinacional sueca Tigo (a cargo del también ex-cubano Tony Tavel).
En la gran mayoría de los países capitalistas, esa es la realidad: Unos pocos grupos e individuos controlan todos los periódicos, la televisión, la Internet y las comunicaciones. Esos grupos, a menudo imbricados en sus respectivas oligarquías locales, a su vez obedecen a la agenda mundial definida por unas pocas multinacionales que en última instancia defienden e impulsan el proyecto imperial yanqui-atlantista.
La función de RSF no es la de atacar, o simplemente criticar ese orden de cosas, sino el de defenderlo y dejarnos con la ilusión de que Occidente no es tan malo al fin de cuentas, y de que las cosas son mucho peores en la China, en Irán, en Corea del Norte o en Cuba. Si alguna vez critican algo que pasa en un país aliado de los EE.UU y de la OTAN (como, en este caso, al rey de Arabia Saudí) lo hacen siempre como alibí progresista del imperialismo.
Por cada periodista realmente perseguido que defienden (como Holman Morris en Colombia) dejan morir a diez, a veinte, a cien, a miles. Por el contrario, encumbran a oscuros blogueros de países pequeños (y a veces no tan pequeños, pero siempre enemigos) con tal de que éstos repitan lo que le gusta oír a la Casa Blanca. No es porque RSF desconozca lo que pasa, o porque no tenga medios para hacerlo, sino porque el compromiso por el prójimo en realidad no forma parte de su concepto corporativo.
RSF, por otro lado, calla masacres que matan a cientos de miles de civiles con bombardeos, bloqueos, guerras e intervenciones que los mismos monopolios mediáticos se encargan de hacer incomprensibles para el gran público. Es lógico, porque no están en el negocio de la información, sino en el de la desinformación. No es una organización de derechos humanos, sino de violación de los mismos. RSF es, parafraseando a Pascual Serrano, una organización defensora de "medios violentos".
Por eso es que resulta incomprensible que existan periodistas honestos y críticos que todavía tomen en serio a Reporteros Sin Fronteras.
1) Reporteros Sin Fronteras no incluye al mortal golpismo hondureño en su lista de “Depredadores de la Prensa”, Unai Aranzadi, Rebelión, 03-05-2010
http://rebelion.org/noticia.php?id=105217
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