Por Crespo
De proletarios pasamos a empleados. De sindicalistas pasamos a "cotizantes netos". De revolucionarios pasamos a "alterglobalizadores". Los carceleros ahora son "funcionarios de prisiones" y al despido libre y gratuito se le denomina "flexibizar el mercado".
La tortura se denomina prevención, las cárceles reiserción, los ocupantes y los ejércitos son siempre -y en lo peor de los casos- humanitarios. Las huelgas son legales, las empresas son "grupos", los menores son casi siempre infracores, los marginados población excedente, los jefes son encargados y los juzgados son capaces de velar por los derechos humanos. Nosotros ya no somos pueblo sino que somos ciudadanos. Los políticos piden el voto a los ciudadanos. Representan a los ciudadanos y velan por los intereses de los ciudadanos. Una mentalidad que se introyecta y se extiende de forma contagiosa entre la sociedad: asistimos al advenimiento del cuidanismo. La palabra ciudadano hace hincapié en la individualidad de la persona, en la ausencia de cualquier aspecto colectivo. Somos autómatas y productivos ciudadanos. Buenos votantes y dóciles consumidores consumidos por el constante "equilibrio progresista" con el que hacemos las cosas. Siempre dentro de los causes legales, siempre, de manera sistemática y cotidiana, reproduciendo los valores y las actitudes del neoliberalismo.
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