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El sacerdote que mataron dos veces - Iván Gallo
Tiberio Fernández, el más querido de Trujillo (Colombia), fue torturado y asesinado por El Alacran. La Unesco acaba de reconocer a este mártir como uno de los hombres que la humanidad no puede olvidar.
A medida que avanzaba la homilía, el padre Tiberio iba alzando la voz. La iglesia estaba a reventar y a pesar del sofoco lo único que se movía, a parte de los labios del sacerdote, eran las alas de las moscas. La multitud se iba asombrando paulatinamente a medida que el sermón de iba encendiendo. Tiberio levantaba su dedo acusador contra los verdugos. Tiberio se alzó la sotana, mostró sus pantalones de dril y le dijo a los que descuartizaban con motosierras, a los que desaparecían, a los que mataban niños, que él era un hombre como cualquier otro y que si lo iban a matar lo tenían que hacer de frente, mirándolo a los ojos. "El miércoles ya tengo todo listo para ir a denunciarlos a la Procuraduría, juro que en este pueblo no habrán más asesinatos" y cerró su discurso con una frase que, al cabo de un par de días, se haría premonitoria: "Si mi sangre contribuye a que cese la violencia en Trujillo, con gusto la derramaré".
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