Reflexionando sobre el tema de la inseguridad y la violencia generadoras de una creciente preocupación social me resulta francamente incomprensible la exacerbada invocación por parte de la ciudadanía a la necesidad de establecer mayores rigores punitivos,en lugar de analizar las causas de la proliferación delictiva y encontrar los medios de detenerla.
Susana Merino
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¿Alguien puede imaginar acaso que el chiquilín que aspira pegamento, que vive en la calle, que se ve privado de crecer en el seno de una familia medianamente constituida, que abandonó la escuela, si alguna vez concurrió, a edad temprana está predestinado a ser en el futuro un doctor en medicina, un destacado jurisconsulto, un matemático brillante o ni siquiera un cajero de supermercado?
Los delincuentes de hoy son sin duda alguna, los chicos que no hace mucho tiempo, transitaron una niñez absolutamente desamparada, por la que ninguna sociedad pensante se preocupó en su momento y de seguir así no debiéramos asombrarnos del constante aumento de seres humanos para quienes la propia vida carece de valor y en consecuencia aún mucho menos las de los demás. Seres humanos que al no acceder a la educación, a mínimas condiciones de vida, a un entramado social de respeto mutuo constituyen un excelente caldo de cultivo para el aprendizaje de prácticas delictivas que los delincuentes avezados se encargan muy pronto de enseñarles y de usufructuar en su propio provecho.
No puede existir igualdad ante la ley que parta de la desigualdad de oportunidades. La responsabilidad mayor le corresponde a nuestra sociedad “occidental y cristiana” y en grado superlativo a una clase política que se ha desentendido de sus funciones específicas y que es tan culpable como quienes delinquen por no respetar ni hacer cumplir los principios establecidos por nuestra Constitución Nacional y especialmente por su artículo 14 bis.
Sugiero en consecuencia que por cada menor condenado por el delito que fuere se condene a similar castigo a un político de cualquier nivel, pelo, color,raza o religión mediante el simple mecanismo de un sorteo. De este modo los mayores responsables estarán en igualdad de condiciones. Será justicia.
Fuente: Argenpress
La Cantora
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1 comentario:
Dicrepo con el articulo en lo que refiere a la delincuencia.La delincuencia no tiene estrato social.Los Peirano,Arean,Bengoa y Curbelo Tamaro,son exluidos sociales?,no tuvieron una familia bien constituida?,tuvieron falta de oportunidades?.La respuesta es no.Sin embargo estos individuos,son tan delincuentes como los rastrillos consumidores de pasta base,que lamentablemente hoy abundan.La delincuencia hay que combatirla con todo el peso de la ley y no poner a los delincuentes en el papel de victimas.Repito la delincuencia no tiene estrato social.
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