sábado, 7 de mayo de 2011

Joaquín Pérez Becerra: ¿error inexcusable o política de Estado?

Por Hugo Gómez – Cubainformación.-

Mundo y globalización
Jueves, 05 de Mayo de 2011
“La captura de Pérez Becerra, como la clausura de sus emisiones en Internet de Anncol, que llegó a alcanzar la nada despreciable cifra de más de 800.000 lectores en solo Colombia , ordenada por las agencias del imperialismo, constituyen una afrenta ignominiosa a la libre expresión y un acto de brutal represión política del Estado y gobierno colombianos”.
"La idea de rendirse nunca pasó por la mente de ninguno de los que desarrollamos la lucha guerrillera en nuestra patria. Por eso declaré en una Reflexión que jamás un luchador verdaderamente revolucionario debía deponer las armas. Así pensaba hace más de 55 años. Así pienso hoy” (Fidel) (1)

La opinión pública democrática y revolucionaria del continente latinoamericano, sumergida en un proceso ilusionante de cambio político, social y económico de raigambre bolivariana y socialista, se halla consternada por el secuestro y deportación de Joaquín Pérez Becerra, ciudadano sueco, de origen colombiano, director del equipo de la Agencia de noticias Anncol, llevado a cabo en territorio venezolano con la participación activa del este gobierno.

Pérez Becerra y la Agencia de noticias ANNCOL han asumido desde el exterior, con riesgo de su libertad y seguridad, la denuncia del terror y la corrupción del Estado y del gobierno narco paramilitar de Colombia y la defensa de los derechos humanos del pueblo colombiano. Desde ese medio digital han contribuido a difundir la propuesta patriótica de la negociación política como la vía de solución al conflicto armado en Colombia, en un proceso de paz, basado en la justicia social, la soberanía nacional y la libre determinación de su destino como pueblo. Esas connotaciones políticas del militante secuestrado, su aguerrida posición antiimperialista y su clara defensa del derecho a la Rebelón del pueblo colombiano, oprimido, despojado, perseguido y masacrado, marcan el rasgo fundamentalmente político de su captura y deportación.
Razones políticas, de Estado, de ambos gobiernos han presidido este episodio detestable de atropello inaudito a la libertad y seguridad del revolucionario deportado. El Presidente Chaves admite y asume su responsabilidad, sin ambages, con una ostentación del hecho, repudiable. La deportación de Pérez Becerra se inscribe en un compromiso político claro-oscuro de dos mandatarios que ostentan signos políticos contrarios. Es esa una contradicción que debe resolverse. El tsunami político que este episodio ha desencadenado, contribuirá a desvelar al menos algunas de las raíces de este tipo de compromisos de entrega constante de revolucionarios colombianos por el gobierno venezolano, y medir sus nocivas consecuencias en la construcción por ambos pueblos, de la Patria Grande Bolivariana..
El alevoso secuestro de Pérez Becerra en la Patria de Bolívar, acusado de llevar a cabo tareas “terroristas” de las FARC_EP en Europa, forma parte de la estrategia de guerra sucia del Estado y del gobierno narco-paramilitar de Colombia contra la resistencia y la insurgencia populares de ese país. Secuestro y deportación en los que el gobierno venezolano, paradójicamente bolivariano y socialista, anteponiendo razones de Estado a los intereses del pueblo colombiano y a la solidaridad debida a su causa liberadora, juega el lamentable papel de idiota útil en una operación de indubitable carácter de contrainsurgencia, montada por el Presidente Santos desde los antros del Palacio de Nariño en Bogotá, y en la que el gobierno venezolano termina contribuyendo con sus propios cuerpos de seguridad e inteligencia y prestando, para la legitimación de lo injustificable, la voz, la pluma, los medios y el lenguaje jurídico sedicente de dos destacados personajes de su propio gobierno, peones activos de una operación humana y políticamente viles.
Acción repudiable, no solo desde el punto de vista de la solidaridad con la causa revolucionaria del pueblo colombiano, tratándose de un consecuente defensor del proyecto bolivariano socialista en Colombia y del proceso revolucionario Bolivariano en Venezuela, sino también desde el respeto a la legislación venezolana, a las normas internacionales de derecho y a los derechos fundamentales del revolucionario secuestrado y deportado. Porque, de la orden de detención y su periplo no fue informada Suecia, país donde radica su nacionalidad y ciudadanía al haber renunciado a la nacionalidad colombiana. Permaneció incomunicado todo el tiempo de su oprobiosa estancia en el aeropuerto de Maiquetía, impidiéndosele comunicar con el cuerpo consular de Suecia y negándosele la asistencia jurídica de abogado, inclusive la petición del Habeas Corpus, siendo privado así del más elemental derecho de defensa .
En este procedimiento demoledor de toda conducta civilizada, fueron pisoteados impunemente los convenios internacionales sobre Derechos Humanos y Diplomáticos, la Convención de Ginebra, el Pacto de San José de Costa Rica y tantos más “estableciendo con esta detención un horrible precedente”, en expresión del colombiano, Juan Carlos Vallejo, profesor universitario en Vermont, Estados Unidos, a donde llegó huyendo del terror.
La captura de Pérez Becerra, como la clausura de sus emisiones en Internet de Anncol, que llegó a alcanzar la nada despreciable cifra de más de 800.000 lectores en solo Colombia , ordenada por las agencias del imperialismo, constituyen una afrenta ignominiosa a la libre expresión y un acto de brutal represión política del Estado y gobierno colombianos.
No podíamos creerlo. Cuando nos enterábamos en las páginas de la red de su secuestro, nos topamos, atónitos, con el comunicado del Ministerio de la Comunicación e Información de la República Bolivariana de Venezuela, elaborado tristemente con el impecable estilo de estigmatización y lenguaje inquisitorial tomado prestado de la bandida oligarquía colombiana pro yanqui cuando apunta a la resistencia popular y a los hombres y mujeres comprometidos en lucha abierta contra la injusticia social y por el cambio revolucionario en Colombia "El Gobierno Bolivariano ratifica así su compromiso inquebrantable en la lucha contra el terrorismo, la delincuencia y el crimen organizado, en estricto cumplimiento de loscompromisos y de la cooperación internacional, bajo los principios de paz, solidaridad y respeto a los derechos humanos”. El texto “legal” no tiene desperdicio.
Refiriéndose a esta frase del comunicado, el articulista José A. Gutiérrez escribía: "Nótese que es el mismo párrafo que ha utilizado en anteriores extradiciones de supuestos colaboradores o miembros de la insurgencia. No solamente condena a Pérez Becerra antes del juicio, sino que además denomina “terrorismo” a la insurgencia mientras que el Estado colombiano sería la encarnación de la “paz, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos” (el mismo Estado colombiano de los falsos positivos, de las torturas a más de 7.000 presos sin debido proceso, el mismo de las decenas de miles de desaparecidos y los cinco millones de secuestrados, el mismo del paramilitarismo, la parapolítica y la limpieza social) ¡Qué distancia con los días en que Chávez pedía estatus de “beligerancia” para la insurgencia colombiana! Estatus de beligerancia que pedía al resto de la comunidad internacional, pero que él mismo no tuvo el valor de otorgarles, pudiendo haberlo hecho”.

El propio canciller Maduro,  reaccionando  a las protestas públicas de los círculos bolivarianos en Caracas, menospreciando sus peticiones y críticas, arremete indignado tachándolas de chantaje y tildando de ultraizquierdistas a los promotores de las mismas: "No estamos sometidos ni estaremos sometidos al chantaje de nadie, ni de la ultraizquierda ni de la ultraderecha”. Respuesta que muestra una ejemplar incapacidad de autocrítica. Dice un adagio castizo: “tras de ladrón, baladrón”.
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http://anncolprov.blogspot.com/2011/05/joaquin-perez-becerra-error-inexcusable.html

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