El escritor uruguayo Eduardo Galeano afirmó en Montevideo que la independencia es todavía una tarea para hacery criticó las celebraciones del bicentenario que se realizan este año en varios países del continente.
Durante una conferencia que dictó la noche de este miércoles en un auditorio del centro de Montevideo, Galeano centró sus críticas en las cartas magnas de algunos países, incluida la del suyo.
Las constituciones fueron la prueba más evidente de que lo conquistado fue una libertad de comercio. En realidad, la independencia sigue siendo para nosotros una tarea por hacer.
Explicó que aquellas constituciones de comienzos y mediados del siglo XIX consagraron injusticias y desigualdades siempre en perjuicio de los más pobres, débiles y desamparados de estas tierras.
En Uruguay la primera Constitución, que data de 1830, “negaba la ciudadanía a mujeres, analfabetos y esclavos, entre otros. Sólo uno de cada diez uruguayos tuvo derecho a ser ciudadano del nuevo país. Y 95 por ciento no pudo votar en las primeras elecciones".
Y así fue en toda América, de norte a sur. Todas nuestras naciones nacieron mentidas. La independencia renegó de quienes peleando por ella se habían jugado la vida. Y las mujeres, los jóvenes, los indios y los negros no fueron invitados a la fiesta. Las constituciones dieron prestigio legal a esa mutilación.
Al citar algunos de los textos de su libro Espejos y otros anteriores, Galeano recordó que Bolivia tardó 181 años en enterarse de que era un país de amplia mayoría indígena. La revelación ocurrió en 2006 cuando Evo Morales, un indio aymara, pudo consagrarse presidente por avalancha de votos. Y ese año Chile se enteró de que la mitad de la población son mujeres y Michelle Bachelet fue presidenta.
Durante su conferencia, organizada por el sistema de radios públicas del Estado uruguayo, en un ciclo denominado celebrar la palabra, Galeano rindió homenaje a lo que consideró héroes de la historia, pero que no son recordados, como el caso de Solano López, en Paraguay, o Simón Rodríguez, en Venezuela, recién ahora reivindicados por los actuales gobiernos.
También rindió tributo a Haití, el primer país verdaderamente independiente de América Latina y por eso duramente castigado durante todos estos años. Nunca le perdonaron que un grupo de negros esclavos le haya propinado una brutal paliza al poderoso ejército de Napoleón, recordó el escritor.
Y reservó un capítulo especial de su disertación para referirse al prócer nacional José Artigas (1764-1850) a quien atribuyó la primera reforma agraria, un siglo antes que (Emiliano) Zapata y medio siglo antes que Abraham Lincoln. El que vivió peleando para que la independencia no fuera una emboscada contra los más pobres de América, dijo.
Tantas estatuas que sobran… pero las que faltan son casi tantas como las que sobran, agregó el autor de "Las venas abiertas de América Latina".
Al citar a Simón Rodríguez remarcó: Somos independientes pero no somos libres. Este maestro venezolano advertía que instruir no es educar. Enseñar logra que alguien sepa, pero si se educa se logrará que alguien haga. A quien no sabe cualquiera lo engaña y a quien no tiene cualquiera lo compra.
Galeano instó a empezar a pensar con las propias cabezas, a sentir con los propios corazones y caminar con sus propias piernas como una forma de ir avanzando hacia la definitiva independencia, individual y colectiva. Porque una nación no es otra cosa que una suma de personas, concluyó.
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