viernes, 21 de octubre de 2011

Las ideas no se matan, pero es obligación de todos ponerlas en práctica

"Gracias a todas las personas e instituciones que se preocuparon por mí y que han mostrado su preocupación. Este mensaje viene a cambio de su amor por mí. Vivo en algún lugar donde no me pueden encontrar, vivo en el corazón de mi pueblo Si matas mi cuerpo no matas mi alma” (mensaje póstumo de Muamar el Gadafi)
Gadafi dirigió una revolución que derrocó la monarquía feudal e instauró la República Árabe Libia Popular Socialista. El líder libio siempre se manifestó contrario al neocolonialismo de las potencias occidentales. Tras el derrumbe del campo socialista y la invasión de Iraq, Gadafi cambió su estrategia para proteger a su pueblo contra un posible ataque. Ahí comenzaron a surgir las famosas fotos con líderes occidentales que tanto han enarbolado en su contra. Quizás entonces, no supimos analizar esas actitudes con profundidad
En 2009, propuso al Congreso Popular Libio la re-nacionalización del petróleo y la distribución directa de los ingresos del mismo en el pueblo libio, así como desmantelar la burocracia, un nido de corruptos, Obviamente los corruptos se opusieron y el plan fue aplazado. Gadafi aceptó la decisión del Congreso (y eso que era un “dictador”) firmando su sentencia de muerte. Las potencias occidentales celebran su asesinato como celebraron la caída del Muro de Berlín que hoy, dadas las circunstancias, levantarían de nuevo si pudieran. La historia, tarde o temprano, se repetirá
Murió un antiimperialista. Asesinado. Como el Ché. Sabíamos que, por su condición, no iba a huir y lucharía hasta el fin. Cuando Gadafi dice que su alma está viva en su pueblo, nos recuerda que las ideas no se matan; por tanto es labor de todos, vivamos donde sea, llevarlas a la práctica, profundizando mucho más la lucha antiimperialista en el centro del Sistema.
El imperialismo teme a los revolucionarios que habitan en su seno, porque sabe que no se desaniman frente a sus puntuales victorias.

Como dicen algunos compañeros, esforzarse en hacer mejor las cosas aquí, dificulta los actos criminales que “nuestros” Estados perpetran contra otros pueblos de la periferia. Aprendamos a ser verdaderos antiimperialistas. Es una deuda que tenemos contraída con nuestros hermanos del Tercer Mundo

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