jueves, 27 de octubre de 2011

Libia: ejecuciones y mujeres enojadas

En Sirte y otros ex reductos de la tribu Ghaddafa, el descontrol social fomenta venganzas y otros excesos. Mientras, activistas femeninas como Sondés ben Jalifa denuncian que el Consejo Nacional de Transición “quiere imponer un modelo afgano”.


A pesar de tantas promesas democráticas en Trípoli o Benghasi y presiones occidentales para desarmar a irregulares que hacen justicia por mano propia, el eje Misurata-Sirte abunda en fusilamientos sin juicio previo. Especialmente, se asesinan heridos del bando otrora leal a Muammar Ghadafi.

Estos abusos explican que, poco a poco, surja una resistencia en las ciudades mayores. Inclusive, sus militantes dicen haber encontrado un referente: Sa’if al-Islam, hijo del difunto coronel (lo había declarado sucesor en septiembre). Al parecer, se oculta en Níger, vecino meridional de Libia y, junto con Chad, fuente de los salvajes milicianos que mandaba un hermano ahora muerto, Jamís.
El problema femenino es, si se quiere, el lado opuesto del cuadro. Sin consultar a la opinión pública, miembros del CNT han puesto al país en una senda de islamización que nadie había previsto. Mucho menos, Europa occidental y la Organización del Tratado Noratlántico OTAN), también preocupados por Túnez.
Pero, a diferencia de Libia, ahí ya habido elecciones según la nueva constitución. Ganó un partido islámico moderado, Ennahda, que no predica la sumisión femenina al estilo de la Shariyá, ni busca emular el modelo afgano.
Por otra parte, el gobierno de Ghadafi dejó una legislación de ribetes laicos. Por ejemplo, el divorcio determina igualdad entre sexos, al igual que el reparto de una herencia. Salvo Líbano, Irak o Qatar, ningún otro país árabe es tan liberal como Libia antes de imponerse el CNT.

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