El nazi Klaus Barbie, también conocido como El carnicero
de Lyon
En el ocaso de su vida en una cárcel francesa, el criminal de guerra afirma en la correpondencia enviada a su mejor amigo en Bolivia, donde vendió armas y ejerció de matón de narcotraficantes durante tres décadas, que su conciencia está tranquila y que cumplió su "deber por la patria"
Javier Aliaga (EFE)
La Paz.- En el ocaso de su vida en una prisión francesa, el criminal de guerra nazi Klaus Barbie afirmaba que su conciencia estaba tranquila, extrañaba visitar tumbas en Bolivia de su esposa e hijo y se consideraba un 'pobre diablo'.
La intimidad de Barbie en ese momento queda expuesta hoy en las cartas envíadas a su mejor amigo, Álvaro de Castro, entre 1983 y 1991, citadas en el libro Klaus Barbie. Un novio de la Muerte, publicado estos días en La Paz.
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